Perdido entre papeles

Tuvo que huir de su país, con su mujer y sus cinco hijos, hace cuatro años, después de haber sido amenazado de muerte por las maras. Todavía espera el permiso permanente para residir y trabajar en nuestro país.

«Aquí mendigamos, lo que nos da algo de vergüenza, aunque la gente de Cáritas y Cruz Roja nos ayuda gentilmente», se lamenta este hombre de 48 años que abandonó su vida, su trabajo y su hogar en un país centroamericano, para descubrir que no es fácil asentarse en otro lugar.

Al llegar a España, les robaron el dinero y la documentación. Fueron atendidos por los servicios sociales que les dieron cobijo, alimentación y abrigo. A punto de regresar a su lugar de origen, antes de perder los billetes de vuelta, obligatorios para entrar a España, una serie de casualidades les llevaron a la oficina de Extranjería donde finalmente pidieron protección internacional.

Con la solicitud, obtuvieron permisos con fecha de caducidad y fueron trasladados a un centro de refugiados en Puente Genil (Córdoba), gestionado por Cruz Roja, donde pasaron seis meses. Un domingo después de acudir a misa, a pesar de una primera mala experiencia en Madrid con un «padre», hablaron con el sacerdote, quien les invitó a comer en su casa y a incorporarse al coro de la parroquia.

Finalmente les negaron el asilo, pero pidieron la regularización por razones de arraigo, aunque para ello hace falta tener un contrato laboral por más de un año en una empresa solvente. También para lograr que toda la familia se pueda quedar se exige un salario suficiente para poder mantenerla.

Su mujer consiguió trabajo en una residencia de ancianos, pero él, en cambio, no tiene un empleo formal. «En la tarjeta roja de refugiado aparece la fecha en la que se acaba el permiso, por lo que muchos empresarios no se quieren arriesgar», explica este inmigrante que trabajaba como chófer escolar en su país. «Si tuviera los papeles, estaría trabajando, aquí hay muchas empresas y más de una ya me lo ha dicho», se queja.

Discernimiento

Un clamor global como la migración pide una respuesta integral y en comunión, como Iglesia que sabe fijar su mirada en Cristo samaritano. Él nos anima a servir en su nombre dando respuestas integrales, en las que aprendemos a entrelazar nuestras diversas pertenencias eclesiales o carismas a las sensibilidades. Todos necesarios y amasando nuestras posibilidades desde un «nosotros» que abraza y acoge (Mensaje de los obispos españoles para la jornada mundial del migrante y del refugiado 2021).

Actúa y transforma

¿Qué podemos hacer en la organización en la que participamos o en nuestra parroquia para que trabaje por una mejor acogida y por el reconocimiento práctico de los derechos y deberes de los trabajadores inmigrantes?

¿Qué actitudes y valores debemos desarrollar para hacer un «nosotros más grande»?

Llévatelo y comparte

Esta sección la tienes en documento pdf e imagen png para que la puedas descargar, imprimir, compartir…

 

Publicaciones relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba