Promover «el trabajo que da dignidad»

El papa Francisco, propone a un obrero, «esposo de María y padre de Jesús de Nazaret», san José, como referente del año 2021.

San José, ya es patrono de la Iglesia católica y patrono de los trabajadores. El «hombre justo» (Mt 1, 19), durante todo este año, nos acompañará en el empeño de establecer un trabajo digno para que: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia quede sin trabajo!».

Rescatar la figura y la manera de ser de san José, hoy, cuando el trabajo vuelve a convertirse en «una urgente cuestión social» y «el desempleo alcanza niveles impresionantes», es necesario para «comprender el significado del trabajo que da dignidad y del que nuestro santo es un patrono ejemplar».

El trabajo es participación en la obra liberadora de Jesús; apoyo a la venida del Reino y oportunidad para desarrollar las propias cualidades y ponerlas al servicio de la sociedad. El trabajo es ocasión de realización personal y familiar, y de participación en la obra creadora de Dios… ¿Cómo podríamos hablar de dignidad humana sin comprometernos para que todos y cada uno tengan la posibilidad de un trabajo digno?

La crisis de nuestros días, es una oportunidad de «redescubrir el significado, la importancia y la necesidad del trabajo» del que nadie debe quedar excluido, a pesar de la pandemia de la COVID-19.

El aniversario de la muerte de Rovirosa y Malagón (27 de febrero), nos recuerda que el camino de la HOAC es el de Jesús, «el hijo de José, el Carpintero», que es lo que nos pide la iniciativa de Francisco para este año.

La conversión de Rovirosa se inicia en la parroquia de San José, a las afueras de París, al verse interpelado por unas palabras del cardenal Verdier (1932): «El mejor cristiano es aquel que mejor conoce a Cristo». Él se preguntó: «¿Cómo yo, sin conocer a Cristo, he renegado de Él?». Desde entonces, su vida y su acción, están vinculadas a la figura de san José, como lo manifiesta, su meditación sobre Mateo 13, 55: «¿No es este el hijo del carpintero?», descubriendo «la irradiante luz de la coincidencia entre Cristo Obrero y su llamamiento hoacista», ya que esta «ha abierto posada para Cristo».

Sí celebró, «como un regalo a los obreros el mundo, la institución del 1 de Mayo como fiesta de san José Obrero», por Pío XII, ¡cómo no celebrará hoy el gesto del papa Francisco!

Tomás Malagón, a los 19 años, al terminar sus estudios de filosofía, es movilizado por el ejército republicano y enviado al frente de la Rábita y Motril. Allí conoce a obreros que dicen luchar por la «justicia social», pero en abierta confrontación con la Iglesia. Así comienza a plantearse las relaciones entre la fe cristiana y militancia obrera, que más tarde cuajará en la fórmula: «Fidelidad a Cristo y a la Iglesia, y fidelidad a los pobres en sus condiciones materiales de vida. Dos fidelidades que son una, porque los pobres son el sacramento de Cristo». Desde esta convicción mística, se desprende que la misión obrera de la Iglesia comienza con la encarnación de la Iglesia en el mundo obrero, para sembrar en él las riquezas del mensaje cristiano y hacer nacer la Iglesia obrera.

La iniciativa del papa Francisco y la memoria de Rovirosa y Malagón, vienen a decirnos que: la misión obrera, «ahora más que nunca».

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