La mejor política

Francisco nos invita a practicar «la mejor política» para construir la fraternidad: aquella que busca el bien común desde la apertura a todos y dando prioridad a las necesidades y derechos de los empobrecidos.

Su encíclica Fratelli tutti (Hermanos todos) es una apasionada llamada a construir juntos el sueño de la fraternidad. Para ello es imprescindible la política, entendida no como lo que hacen «los políticos» sino lo que hacemos todas las personas, también los responsables políticos, para construir la vida social. Necesitamos la «buena política», la que nace del amor social y político, de la caridad política: el amor, con su dinamismo universal, «puede construir un mundo nuevo». «Se trata de avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad política». «La caridad está en el corazón de toda vida social sana y abierta».

Es el amor concreto a las personas concretas en la vida social, el amor que busca que cada persona y todas las personas puedan vivir de acuerdo a su dignidad. Un amor que tiene dos dimensiones inseparables, el cuidado de las personas y el compromiso por construir relaciones y estructuras sociales justas: «Es caridad acompañar a una persona que sufre, y también es caridad todo lo que se realiza para modificar las condiciones sociales que provocan su sufrimiento».

La «buena política» será con el compromiso y la responsabilidad de todos o no será. Por eso, Fratelli tutti es una llamada a que cada persona asumamos nuestra responsabilidad. Que cada persona desarrollemos «un sentido social que supere toda mentalidad individualista». Y que crezcamos en la convicción de que «amar al más insignificante de los seres humanos, como si no hubiera más que él en el mundo, no es perder el tiempo».

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