Tiende la mano al pobre

Así encabeza el papa Francisco su Mensaje para la IV Jornada Mundial de los Pobres que celebraremos el domingo 15 de noviembre próximo.

El Papa arranca de textos de La Palabra, en este caso, sobre todo, del Eclesiástico (7, 32) para entretejerlos con sabiduría y precisión en las situaciones de los pobres de nuestro grande y pequeño mundo y en la urgencia de «tender la mano al pobre».

¡Cuántas manos tendidas se ven cada día!, exclama. Tender la mano es la proximidad y la solidaridad que practican el médico, el enfermero, el administrativo, el farmacéutico, el sacerdote, el voluntario, el trabajador… manos que siguen desafiando al contagio y al miedo.

Nosotros mismos nos sentimos pobres y débiles, viene a decir el Mensaje, y necesitamos manos tendidas ante la pérdida del trabajo, la restricción de la libertad, la falta de relaciones interpersonales, la necesidad de una nueva fraternidad, la degradación de la ética y la destrucción del fundamento de la vida social.
Sugiere acciones concretas de la mano del Eclesiástico: «No evitando a los que lloran» (7, 34), y «no dejando de ver al enfermo» (7, 35).

Contrasta la ternura anterior con la dureza evangélica de Francisco al referirse a los que tienen la mano en los bolsillos, a los indiferentes y cínicos, a los que decretan la riqueza a pequeñas oligarquías y la miseria a las multitudes, a los que acumulan dinero con la venta de armas, a los que viven en el lujo y desenfreno, a las manos con ganancias fáciles y finalmente a los puritanos hipócritas y corruptos.

Al final, el Papa cita de nuevo al Eclesiástico: «En tus acciones, ten presente tu final» (7, 36) recordándonos el destino final de la humanidad y el fin de nuestra vida, que requiere un proyecto y un camino de solidaridad y amor.

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