Huellas sostenibles

Llevo más de 20 años dedicándome a los residuos. Primero, realizando campañas de sensibilización sobre la importancia de separar la basura, sobretodo la orgánica, para no malgastar unos recursos que son muy limitados y no causar graves impactos ambientales.

Pero luego pasé a hacer campañas sobre algo más importante: promover un consumo responsable y que genere el mínimo impacto ambiental. En casa, intentamos realizar un consumo consciente, pero no es una tarea fácil. Por ejemplo, no tengo tiempo suficiente para desplazarme a otro barrio para comprar detergente a granel, pero sí puedo hacer otras muchas acciones que no suponen un gran cambio y que tienen un impacto positivo.

Mis hijos han utilizado pañales de tela reutilizables, compramos pastillas de jabón, en vez de gel en botellas de plástico, siempre vamos a comprar con nuestras bolsas, bebemos agua del grifo, la mayoría de ropa de mi armario es de segunda mano, en casa nunca hemos tenido papel de aluminio y el de cocina lo intentamos reducir al máximo…

La compra responsable es una opción personal, sin embargo, la responsabilidad de la situación actual de sobreexplotación del planeta y de emergencia climática es compartida. No todos tenemos la misma responsabilidad.

La excesiva cantidad de residuos, en países como el nuestro, es un fallo. No se deberían permitir productos que no pueden ser reutilizados, reparados o reciclados. Las administraciones deberían velar por que los ciudadanos podamos ejercer nuestro derecho a comprar sin residuos.

En la entidad donde trabajo desde hace 15 años (la Fundación Catalana para la Prevención de Residuos y el Consumo Responsable), a parte de hacer campañas dirigidas a la ciudadanía,
estudios o proyectos demostrativos, también trabajamos con las administraciones. En este sentido, hemos colaborado con el gobierno balear en la elaboración de la Ley de residuos y suelos contaminados, una ley pionera que, por ejemplo, limita la venta de ciertos productos de un solo uso.

Discernimiento

«La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería. En muchos lugares del planeta, los ancianos añoran los paisajes de otros tiempos, que ahora se ven inundados de basura. Tanto los residuos industriales como los productos químicos utilizados en las ciudades y en el agro pueden producir un efecto de bioacumulación en los organismos de los pobladores de zonas cercanas, que ocurre aun cuando el nivel de presencia de un elemento tóxico en un lugar sea bajo. Muchas veces se toman medidas solo cuando se han producido efectos irreversibles para la salud de las personas» (Laudato si’, 21).

Actúa y transforma

Usa bolsas reutilizables, evita el sobreenvasado, compra todo a granel, busca alternativas reutilizables, usa pastilla de jabón, di no a todo lo que no necesites, fabrica tus cosméticos, productos de limpieza y abonos. Sensibiliza y compromete a tu comunidad, amigos y familia.

Apoya «proyectos que proponen una economía solidaria y sostenible, circular y ecológica, a nivel local e internacional, a nivel de investigación y en el campo de acción, en los sectores formales e informales (…) experiencias de cooperativas de bioproducción, de reservas forestales y de consumo sostenible».

Llévatelo y comparte

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