Dios se hace un precario: Navidad

Parece que lo normal fuera identificar a Dios con el poder, la fuerza o la grandeza. Sin embargo, una de la mejores expresiones evangélicas que señala la forma de ser de nuestro Dios es: «La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros» (Jn 1, 14). Y esta es la Navidad. No hay otra.

Que el Dios cristiano acampe y se haga carne en la debilidad de nuestra propia carne no es ni más ni menos que decir que Él hace suya, y experimenta con todos sus riesgos y consecuencias, la vulnerabilidad del ser humano y que pone su tienda junto al trabajador despedido injustamente, al precario, al sin papeles, al vecino que busca trabajo hace un año…

La Navidad es la presencia del Dios todopoderoso en un niño para el cual no hay sitio en la posada y que tiene como embajadores a unos simples pastores que pasaban la noche al raso
(Lc 1, 1-18).

El papa Francisco decía en la Navidad pasada: «La Navidad es la revancha de la humildad sobre la arrogancia, de la simplicidad sobre la abundancia, del silencio sobre el alboroto, de la oración sobre “mi tiempo”, de Dios sobre mi “Yo”».

¡Qué hermoso es celebrar lo grande en lo pequeño, qué sorprendente es vivir lo ordinario de cada día y no tanto esperar lo maravilloso!

Navidad es bajar hacia aquellas personas que nos necesitan, denunciar gastos innecesarios, maravillarse ante la riqueza de alma del pobre, celebrar a un Dios insospechado que cambia nuestra lógica y nuestras expectativas y contemplar el misterio del Dios encarnado.

Navidad es, citando de nuevo LA PALABRA, celebrar «la generosidad de nuestro Señor Jesucristo que siendo rico se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9).

¿Estamos en eso?

Llévatelo y comparte

Esta sección también la tienes en documento pdf e imagen png para que la puedas descargar, imprimir, compartir…

Publicaciones relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba