Los pobres nos salvarán

En su mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres de este año, titulado La esperanza de los pobres nunca se frustrará (salmo 9, 19), el Papa trata de devolver la esperanza a los pobres ante la arrogancia de ricos.

Pobre es el que descubre que Dios está a su favor y que puede confiar en él, que le ofrece un camino de liberación. Jesús llega a identificarse con los pobres: «Lo que hagáis con uno de estos…». Y los pone en primer lugar: «Dichosos los pobres…».

En el mundo, crece el odio a los pobres y, ante ellos, se levantan muros (arquitectónicos, ideológicos, estructurales y jurídicos) para excluirlos de la participación en la sociedad.

Para que la Iglesia sea la Iglesia de Jesús, ha de ser pobre y casa de los pobres, es así como verifica su fe, como la comunidad cree en el Dios liberador, que entregó a su Hijo por todos, para hacer realidad nuestra liberación.

Actualmente en el mundo, dentro y fuera de la Iglesia, afloran infinidad de espiritualidades, grupos, corrientes de pensamiento que cultivan la unión con Dios, al margen del sufrimiento de la humanidad, cuando la fe en Jesús afirma, desde las primeras comunidades cristianas: «La religión pura y sin mácula delante de nuestro Dios y Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones» (St 1, 27).

Y no se trata solo de ayudar materialmente a los necesitados, sino de devolverles la esperanza, la dignidad y el protagonismo. Se trata de pasar del voluntariado al compromiso y a la verdadera opción por la pobreza y por los pobres; ayudar a descubrir a los pobres, de entender que la humanidad no los va a salvar a ellos, sino que son ellos los que han de salvar a la humanidad. Y que, valorándolos por encima de todo, experimenten y estén convencidos de que Dios los ama con amor infinito.