Crisis sin cerrar

Sin techo y sin trabajo, la vida se tiñe de sombras. La subida del préstamo hipotecario y la posible no renovación de su contrato de trabajo tienen sumido a Sorín, rumano afincado en Miranda de Ebro (Burgos), en la más absoluta incertidumbre.

Hace 15 años que llegó a nuestro país en buscar de una vida mejor. Aunque no fue fácil salvar los trámites para legalizar su estancia, empezó a trabajar en la construcción. Al poco, llegaron su mujer, Auryka, y sus dos hijas. Miranda parecía entonces un buen lugar para establecerse. Amigos y familiares hicieron algo parecido. Todavía no había irrumpido la crisis económica.

La familia de Sorín se amplió con su tercera hija. Decidieron, como tantas otras familias de nuestro país, cambiar el alquiler por una hipoteca. Pero la debacle económica irrumpió en sus vidas. La empresa en la que él trabajaba cerró y las oportunidades de empleo se esfumaron. Pagar el préstamo se convirtió en un verdadero quebradero de cabeza. Auryka echaba horas en el servicio doméstico, cuidando ancianos, lo que fuera. Llegaron las noches de insomnio, la ansiedad, la depresión y la tensión a la familia.

A través de la intermediación laboral de Cáritas, Auryka conseguía empleos esporádicos. Cuando no había, recurrían a su colaboración económica. Sorlín y Auryka lograron acordar también una reducción de las letras de la hipoteca. La medicación y el tiempo le ayudaron a él a estabilizar su ánimo. Ella no cejó de apoyar a su marido y de atender a sus hijas. Sorín, al fin, encontró trabajo, aunque fuera uno de pocas horas en el contrato y jornadas de hasta 10 horas diarias en la práctica.

Ahora, sus circunstancias han cambiado. Sorín se siente respaldado por un contrato de trabajo de un año, con la posibilidad de convertirse en indefinido, en una empresa de fontanería, en Nanclares de la Oca (Álava). Auryka, por su parte, trabaja algunas horas en Cáritas. Sus hijas mayores se han emancipado. El apoyo de la organización caritativa de la Iglesia y la cobertura sanitaria del sistema público de salud también han contribuido a la mejora.

Pero la moratoria del banco, que les ha permitido reducir la cuantía de la letra del préstamo, está a punto de expirar. De nuevo, su techo se tambalea. El trabajo hace mucho tiempo que dejó de ser una variable estable. En la tierra que hoy habitan surgen hierbajos racistas. ¿Podrán cicatrizar del todo los desgarros que han vivido?

Discernimiento

«Quién está desocupado o desempleado corre el peligro, en efecto, de ser colocado a los márgenes de la sociedad, de convertirse en una víctima de la exclusión social».

«Tierra, techo y trabajo (…) son derechos sagrados. Reclamar eso no es nada raro, es la Doctrina Social de la Iglesia».

«Sin trabajo, se puede sobrevivir, pero para vivir, es necesario el trabajo. La elección es entre el sobrevivir y el vivir. Y se necesita trabajo para todos».

Todas las citas son del papa Francisco. Cf. No os dejéis robar la dignidad. Francisco y el trabajo. Abraham Canales (Ed.) Ediciones HOAC, 2018.

Actúa y transforma

Luchar y promover el trabajo digno para todas las personas es también un mandato para los cristianos, que obliga a replantearse, personal y comunitariamente, nuestro grado de compromiso con este objetivo.

¿En qué condiciones trabajan las personas que nos prestan servicios?

¿Estoy en condiciones de apoyar o emprender iniciativas empresariales de carácter social; de trabajar menos para trabajar todos; de invertir en la creación empleo…?

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