25N: En nombre de Dios, ni una víctima más

Las violencias contra las mujeres constituyen una grave violación de los derechos humanos en cualquiera de sus manifestaciones afectando a todas las mujeres, a sus familias, sus comunidades y la sociedad. Un 35% de las mujeres ha sufrido violencia física y/o sexual (OMS).

Las raíces de estas violencias yacen en la discriminación persistente contra ellas. El papa Francisco, tanto en Evangelii gaudium como en Amoris laetitia, condena la violencia contra las mujeres «como una cobarde degradación del poder masculino y como la máxima expresión de relaciones de poder y desigualdad entre hombres y mujeres». Y la arquidiócesis de Madrid lo hace de manera clara y contundente: «La Iglesia quiere que las mujeres víctimas de violencia la sientan inequívoca, radical, afectiva y efectivamente de su lado». Por ello, creó hace un año la
Comisión diocesana por una vida libre de violencias contra las mujeres, con los siguientes objetivos:

  1. Sensibilizar y visibilizar que las violencias contra las mujeres son radicalmente opuestas al Evangelio de Jesús.
  2. Favorecer que las comunidades cristianas sean un lugar seguro protección y respeto para las mujeres víctimas y a sus hijas e hijos.
  3. Eliminar lenguajes y prácticas excluyentes discriminatorias.
  4. Visibilizar y participar con otros colectivos en la denuncia y en la reivindicación de medidas a favor de las víctimas de las violencias y de su prevención.

Para ello realizamos talleres en diferentes parroquias, hemos organizado dos vigilias de oración y participado en diversas acciones de sensibilización.

Reflexión

Cuando comencé a mirar el mundo con gafas violetas, entendí el verdadero drama que suponen las violencias de género. Las nombro en plural porque son múltiples: humillaciones, insultos, vejaciones, acoso, ablaciones, violaciones, asesinatos. Unas violencias que afectan a más mujeres de nuestros ambientes de las que pensamos, que no las reconocen o cuentan, aunque
cada vez vayan rompiendo más su silencio. Fíjate en ti misma y en las mujeres de tu entorno, si viven relaciones igualitarias, si tienen trabajo decente, tiempo para sí. Si no vamos siendo conscientes de que esto es resultado de un sistema de dominación y de que la violencia es la herramienta que los hombres utilizan para perpetuar esa situación de subordinación, difícilmente podremos combatir las causas.

Como cristianas y cristianos estamos llamados a propiciar un cambio cultural también en el seno de nuestra Iglesia, en su estructura, enseñanzas y prácticas. Revisando las concepciones tradicionales de la mujer vinculada a valores de sumisión. Superando la dualidad que asocia su cuerpo a lo «pecaminoso» e «impuro». Reconociendo su exclusión de los ámbitos de toma de decisiones y favoreciendo su participación. En muchos pasajes evangélicos podemos descubrir cómo Jesús transgredió las normas de su tiempo en su relación con las mujeres, cómo las reconoció, denunció su sufrimiento y las puso como modelo de fe.

La violencia de género tiene su mejor antídoto en el reconocimiento de la igual dignidad de todas las personas, hombres y mujeres. El amor no se debe confundir con dominación, explotación o
posesión, porque tiene que ser compatible con un absoluto respeto a que la otra persona crezca y se desarrolle tal como es. Esta concepción está en la entraña misma del mensaje de Cristo y supone para la Iglesia una exigencia de compromiso en su erradicación.

Desde el Sector de la Mujer de la HOAC de Valencia trabajamos por el empoderamiento de las mujeres trabajadoras, especialmente de aquellas que viven situaciones más desfavorables. Lo
hacemos desde la formación y el discernimiento colectivo, el acompañamiento, la denuncia de las situaciones de desigualdad e injusticia, colaborando a construir y dar visibilidad a experiencias alternativas en la forma de vivir. Por eso nos alienta conocer que se van dando pasos, como la creación de la Comisión por una vida libre de violencias contra las mujeres en la diócesis de Madrid.

–Ester Calderón.

Referencias

Publicación
Queremos el pan y las rosas. Lucía Ramón.

Sitios web
www.bit.ly/sectormujer
www.bit.ly/CDcontraviolenciamujeres

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