Ser sindicato, un compromiso eclesial

A sus 48 años mira hacia atrás y piensa que él solo pudo dar el paso al sindicato por Jesucristo. Fue el encuentro con Él, en la HOAC, lo que le hizo llegarse por la sección sindical de su centro de trabajo en la Administración Pública. De eso hace tres años. ¿Cómo es posible que antes no viera tantas injusticias? ¡Cuántos compañeros y compañeras invisibles: las de la subcontrata de la  limpieza, los vigilantes, los interinos…! Su experiencia sindical le ha ayudado a graduarse la vista.

Él, que tanto ha despotricado de los sindicatos, ahora, metido en el barro, experimenta en su propia carne la necesidad de que los trabajadores y trabajadoras estén organizados luchando por un trabajo digno. El sindicalismo solo se puede vivir a pie de obra. Entre la gente. ¡Y sigue siendo tan necesario, especialmente para los más precarios, para los sin voz! Acompañar a un trabajador acosado, ayudar a presentar una denuncia, apoyar la concentración de otros colectivos precarios como los de telemarketing, negociar un convenio, organizar un comedor y una guardería para facilitar a las compañeras la participación en la huelga del 8 de marzo…

Es ahí donde construye Iglesia, comunión. Es desde ahí desde donde cada día ofrece al Cristo Obrero su compromiso. Un compromiso sindical profundamente eclesial.

Ora et labora

Haz silencio, hasta ser consciente de tu respiración. Lee sosegadamente el texto. Pregúntate si conoces personas y situaciones como las descritas. Puedes aprovechar para pensar en ello y bucear en los sentimientos que te provoca. ¿Encuentras motivos para dar gracias a Dios, pedirle algo en concreto o disponerte para avanzar en tu compromiso?

Llévatelo y comparte

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