«Como mujer, siento que lo tenemos aún más difícil para se reconozca nuestro protagonismo en la sociedad. Lo veo en nuestras madres a las que en muchas ocasiones se les exige una doble jornada (en la oficina y en casa); en una brecha salarial entre ambos sexos que sigue aumentando en pleno siglo XXI; y en todos los abusos que nos encontramos como trabajadoras precarias, poniendo especial énfasis en las mujeres migrantes que desempeñan una labor de cuidados».
Con esta cita de la joven Alba, comienza el manifiesto del día de la mujer trabajadora firmado por la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y la Juventud Obrera Cristiana (JOC). Celebración que simboliza la lucha de las mujeres trabajadoras por el reconocimiento de su dignidad y que debe «implicar a mujeres y hombres».
El trabajo –señalan– es el medio imprescindible de realización de la propia vocación, el reconocimiento de la sagrada dignidad de las personas, la construcción de la vida social y política. Por eso, si falta el trabajo, la dignidad humana está herida. Hoy la dignidad de la mujer trabajadora sigue estando herida por la brecha salarial; porque hay más mujeres en paro que hombres; porque la violencia de género es la punta del iceberg de este enorme problema social o porque la cultura dominante perpetúan los roles tradicionales de desigualdad.
Por eso ambos movimientos denuncian las causas que dan lugar a estas injusticias como son «un sistema económico que prima el crecimiento del beneficio a costa de la persona. Las políticas neoliberales impuestas que han producido un mayor empobrecimiento. La orientación mercantilista del trabajo humano que rompen con los tiempos de vida personal, familiar, social… dificultando la vivencia y realización de las personas». Por no hablar de la «precariedad del trabajo de las mujeres… o las tareas de los cuidados que recaen en las mujeres» alejándolas del empleo.
De ahí que algunas de sus propuestas pasen por «un cambio cultural, educativo, social, político y económico» que sitúe a la dignidad de persona en el centro de las preocupaciones. Con ello, una nueva «orientación del trabajo humano» que garantice un trabajo decente, con el cumplimiento de jornadas, horarios, descansos y «posibilite la conciliación de la vida laboral y familiar» o «la aplicación de las políticas de igualdad» para «el justo reconocimiento social de la mujer».
La HOAC y la JOC, Iglesia en el mundo del trabajo, se sienten «llamados y llamadas a celebrar, reivindicar, reconocer, animar y acompañar a las trabajadoras «para romper con esta situación. Para que con nuestra fuerza nos hagamos oír y gritemos ¡Basta ya! ¡Esto no es normal! Todos los días son 8 de marzo, ¡levántate y lucha conmigo! Sigamos aportando esperanza junto a todas las mujeres» (Alba).
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