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Donde había muerte, ahora hay vida

17 abril 2022 | Por

Donde había muerte, ahora hay vida

El papa Francisco concluía, el año pasado, el Mensaje Urbi et Orbi de Pascua, diciendo: «En medio de las numerosas dificultades que atravesamos, no olvidemos nunca que somos curados por las llagas de Cristo (1 P 2, 24). A la luz del Señor resucitado, nuestros sufrimientos se transfiguran. Donde había muerte ahora hay vida; donde había luto ahora hay consuelo. Al abrazar la Cruz, Jesús ha dado sentido a nuestros sufrimientos».

En estos meses hemos experimentado sufrimiento, muerte, dolor y luto. Hemos «perdido» hermanos y hermanas que han pasado a la Casa del Padre. El dolor es quizá lo más humano que hay. En este tiempo de Pascua sentimos que, a la luz del Señor Resucitado, ese dolor, el sufrimiento que nos causa, resulta transfigurado y que donde había muerte ahora hay vida.

A la luz de la Resurrección llegamos a entender la dinámica del amor, trascendemos la existencia, alcanzamos el horizonte de la vida eterna. Del mismo modo que, por haber hecho de su vida una siembra de amor, por haber abrazado la Cruz, nuestras hermanas y hermanos fallecidos, han alcanzado la vida eterna. Por eso los recordamos entre el dolor y la esperanza, entre nuestro dolor humano y la luz del Señor resucitado.

Julio Arguedas, consiliario de la diócesis de León, hoacista de la primera hora, falleció el 27 octubre con 94 años. Lucía, madre de José Luis Lastra, consiliario de Burgos, pasaba a brazos del Padre, con 78 años, el 7 noviembre. En la misma fecha lo hacía Antonia, madre de Reyes Cordón, militante de Málaga, a la edad de 86 años.

El 9 de noviembre, pasaba a la misericordia plena Sebastián González Barroso, antiguo militante de la HOAC de Cádiz, cumplidos los 84 años. El 13 de noviembre, sintiendo que lo hacía pronto, culminaba su peregrinar Eloy, padre de Bernar Domínguez, militante de Madrid. E igualmente pronto, el 23 de noviembre, José Daniel Simeón Riera, marido de Yoli, militante de Valencia, fallecía víctima de un cáncer, con 61 años.

A los 92 años, el 20 de noviembre nos dejaba Ángeles Escartín, madre de Marga, militante de Huesca. Y el 27 de noviembre María, madre de Luis Villavieja, militante de Sevilla, tras una larga enfermedad. El 7 de diciembre, lo hacía en Valencia Esperanza, suegra de Toni Martínez Santamaría, militante de Sevilla también. Y ese mismo día, Juan Ríos, padre de Pepi, militante de Málaga.

Eulalia Gómez, militante de Murcia, pasaba a la vida plena el 21 de diciembre, a la edad de 88 años. Andrés, sobrino de Marichi Fedriani, militante de Sevilla, fallecía repentinamente, con solo 40 años, el 23 de diciembre.

Amparo, madre de Paco Porcar, militante de Segorbe-Castellón, terminaba su vida, rodeada de los suyos, el 2 de enero, y nos dejaba el 21 de enero Nieves, militante de Madrid a quien todos echamos de menos.

Ramiro Vega, militante de Barcelona-Sant Feliú, fallecía víctima del cáncer, el 23 de febrero, y en la misma fecha Felipe Fernández Alía, antiguo consiliario de Ávila, con 87 años.

El 4 de marzo fallecía Pepe Domínguez, que fue consiliario general entre 1974 y 1978, y cuya contribución a la reconstrucción de la HOAC y su acompañamiento a los militantes en los años de la dictadura y la transición democrática han sido muy importantes para el mantenimiento de una identidad cristiana fiel al mundo obrero y a la Iglesia. El mismo día fallecía Mari Carmen Muñoz, militante de la diócesis de Plasencia.

El 10 de marzo, a los 85 años de edad, Pepe Suárez, impulsor de la HOAC en Tenerife y Canarias, pasaba a los brazos del padre.

Que los obreros muertos en el campo de honor del trabajo y de la lucha, descansen en paz.

María, madre de los pobres, ruega por nosotros.

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