COMISIÓN PERMANENTE DE LA HOAC

Queridos amigos y hermanos:

He de empezar mi carta con el saludo personal de Jesús: “La paz con vosotros”. Con este saludo se hacía presente Jesús Daba la paz y, al mismo tiempo, la dejaba en nuestras manos. Es fuente de paz y lo decimos mientras se oye el estruendo de la destrucción y del odio. Que desaparezca la guerra. Que no sufran más los hombres.

Es el tercer intento de carta, que os escribo. El virus me ha dejado una miniatura de letra en mis manos, y una torpeza de movimientos en los dedos. Esto me ha hecho recordaros insistentemente y saberme unido a vosotros en el altar. Lo hago esta mañana de sábado, recordando los motivos de la carta.

Y el primero es bendecir al Señor por estos tres cuartos de siglo de la HOAC. 75 años rezando la oración a Jesús Obrero, de corazón, deletreando cada línea y haciéndola vida. Impresionante: Jesús eligió el ser obrero: pensar como Tú, trabajar contigo, vivir en ti. Que tu Reino sea un hecho donde un hoacista está presente. Felicidades a Jesús y enhorabuena a todos vosotros.

Quiero felicitaros por el libro tan original que habéis escrito. Escrito con la sangre de vuestra vida. No sé qué imprenta os ha proporcionado la tinta. Sin duda la habéis teñido con el trabajo de cada día, porque siempre es hasta mañana en el altar. En esas páginas de vuestra vida, el nombre que en ningún testimonio falta y se repite hasta con mayúsculas es JESUCRISTO, Jesús. Jesús obrero, con todo lo que significa. Con Jesús recuerda el Papa a la Virgen Santa María, obrera, la esposa de San José, el carpintero.

Habláis de la Iglesia, encontrada por muchos obreros en vuestra vida, en vosotros. Vosotros sois Jesús, la Iglesia en mundo obrero, Y, sin duda, otro nombre tantas veces repetido es el de obrero, en el mundo obrero. Vuestras tres fidelidades, que conforman vuestra identidad. Enhorabuena a Jesús, y felicidades a cada uno de vosotros.

Y, por último, quiero felicitaros por el extraordinario prólogo con que el Papa ha querido presentar “AHORA MÁS QUE NUNCA“. Es significativo que empiece su escrito el Papa con una invitación a la alegría y, a continuación, pide el Papa ser memoriosos, no olvidar lo que está vivido y está también escrito, o no se ha escrito por incontables hoacistas. Con justicia y admiración está bien grabado el impresionante testimonio de Guillermo Rovirosa, que merece una memoria verdaderamente agradecida. Es un canto a la santidad de la vida ordinaria, la santidad de la puerta de al lado.

Sabéis bien que no existe peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo. Os pide el Papa que sigáis cultivando la cultura de la solidaridad y que sigáis alentando y siendo Iglesia plantada en el mundo obrero. La Iglesia sigue necesitando de vosotros. Pide también que recéis, que recemos por él. Es muy de agradecer que la despedida sea con palabras, que bien conocéis: “¡Hasta mañana en el altar”! Son muchos gestos de afecto, de cercanía, de conocimiento. Gracias, Santo Padre.

Con mi oración y amistad, disculpadme de mi tardanza en comunicarme con vosotros con estas letras. Alguna parte de la cruz del virus es para la HOAC, y con un abrazo de hermano para cada uno, “hasta mañana en el altar!”.