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In memoriam | Goyo Alonso, un hombre de Iglesia

21 enero 2021 | Por

In memoriam | Goyo Alonso, un hombre de Iglesia

Comisión Diocesana de HOAC Soria

El pasado 25 de diciembre del 2020 terminaba su vida en el Hospital de Santa Bárbara nuestro querido Goyo. Su persona nos ha dejado una huella imborrable entre los sorianos. Diversas personalidades de nuestra ciudad y diversos medios de comunicación se han hecho eco de este acontecimiento y han manifestado espontáneamente sus opiniones y sentimientos a cerca de su vida: “hombre honesto, coherente, valiente, insobornable, luchador nato, trabajador incansable, hombre de fe”.

Nosotros, como grupo de HOAC en Soria, sentimos, como es natural, de una forma especial el vacío que nos deja, pero al mismo tiempo también la seguridad de que, desde su fe en el Padre Dios, le habrá acogido en su morada para gozar de una vida plena. “En Cristo vive Goyo una Navidad para siempre”, como nos recordaban los monjes de Huerta, sus grandes amigos.

No es fácil resumir en pocas líneas lo que Goyo ha significado para nosotros y el legado que nos deja. Diríamos, que junto a esos calificativos que han ido publicándose, estaría también para nosotros de un modo prioritario el que Goyo era un hombre de Iglesia. El vivió intensamente su Bautismo en esta Iglesia de Osma-Soria destacando la dimensión social de la fe. Nació y vivió su infancia en una familia católica, hizo sus estudios primarios (los únicos que tenia) en el Colegio de San José de los PP Franciscanos, y allí y en su casa bebió el carisma franciscano de amor a los pobres. Continuó ejerciendo su fe y edificando una familia cristiana junto con su querida esposa Jose y sus cinco hijos, por quienes entregaron su vida los dos. Vivió con alegría y gozo el Concilio Vaticano II y el Sínodo Diocesano de Osma Soria del 1998 y siempre apostó por una “Iglesia en salida”, como le gusta llamarla al papa Francisco. Como decía el santo obispo Oscar Romero, a quien Goyo admiraba, que “la sal de los cristianos ha de estar donde se cuecen las habas” es decir, donde se ventilan los grandes problemas de nuestra sociedad: la justicia, la equidad, la libertad, la dignidad de cada persona, la fraternidad.

Desde muy joven militó en la Juventud Obrera Católica (JOC) y después en la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), que fueron su verdadera Universidad, en la que aprendió a analizar la realidad personal y social de cada día desde la pedagogía del método de la Revisión de vida (Ver, Juzgar y Actuar) o sea: desde el Evangelio y la vida. Así fue forjando su carácter de auténtico militante intentando siempre llegar a esa fe adulta. Su vida austera y sobria alimentada con la Eucaristía de cada día, nacía de una fe apasionada en “un tal Jesús”, como él solía decir. Esta pasión por Jesús le hacía salir a la calle para hacer y decir alto y claro lo que sentía a todo el que le escuchaba. Su práctica creyente no se quedaba entre las cuatro paredes de su Parroquia de la Mayor, donde participaba asiduamente sino que junto con los demás compañeros de la “Plataforma Soria ¡Ya!” montaban en la céntrica calle del Collado un puesto informativo y de venta de Lotería de Navidad, con la cual se subvenciona la Plataforma. Este lugar ha sido y es una especie de ágora pública del pueblo soriano, donde se discute, se dialoga con todo el que quiere y es verdadero nexo de conexión con los sorianos y sorianas de la diáspora, que vienen en verano o fines de semana, y puentes. La lucha porque se haga justicia con esta provincia es una lucha y una marcha de largo recorrido, solía decir Goyo. “Ser menos no quita derechos” se repetía, como un auténtico “mantra” en Madrid en unión con todos los demás grupos reivindicativos de la España Vaciada.

Nos atreveríamos a decir que, de algún modo, Goyo junto con sus compañeros era una de las voces del pueblo soriano, que clamaba y sigue clamando ante el olvido institucional, que desde hace  años padecemos. Algunos le acusaban de ser un victimista y de no ver más que lo negativo. No es cierto, también sabía reconocer públicamente cuando se habían conseguido logros, aunque fueran pequeños.

Como dijo D. Abilio, nuestro obispo, en la homilía del funeral: “Goyo hizo explicita su fe de manera pública y la acompañó con su testimonio y su compromiso social, como ciudadano y como cristiano.”

Dentro de esa vivencia de Iglesia y de comunidad allí donde vivió era para él una verdadera obsesión la comunión, o sea, la común unión, tanto en su parroquia como en la Diócesis y también la comunión en la sociedad, oponiéndose frontalmente a cualquier división partidista en la lucha por su tierra. Los problemas de Soria no se solucionan con las siglas políticas enfrentadas, sino con acuerdos comunes entre todos. “La comunión de bienes, de vida y de acción” fue un lema que aprendió muy bien en la HOAC y no se le olvidó. “La unión hace la fuerza” era su lema en todo respetando las lógicas diferencias. Sus grandes maestros fueron Guillermo Rovirosa, el fundador de la HOAC y Tomás Malagón, consiliario nacional de HOAC. Su vida, como la de todos, ha sido un regalo de Dios, que agradecemos y un estímulo, para que como él luchemos por la justicia en esta tierra y en este pueblo que la habita. Que él nos ayude desde el Cielo.

 

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