No podemos pensar que con los milagros Jesús pretendiera atraerse la adhesión del pueblo a su persona y a su doctrina, ya que en tal caso habría de hablarse de su fracaso. Mas para los apóstoles la cosa era diferente. Fue una pedagogía directa, que sin explicaciones de cátedra, les hacía ver el poder sin medida de Jesús (¿quién es éste a quien obedecen el mar y los elementos?) y su infinita dulzura. Y así le fueron siguiendo sin desfallecimientos (Rovirosa, OC, T.I. 463).