Presen Pérez | Poeta

Salieron como testigos
las voces que aprendieron a levantar su tono,
son el recuerdo para toda mujer que sufre
y grita desde el ronco latido del silencio.

Hilaban sus destinos
cuando se les abortaron los sueños.
Fueron en su dolor
adoración estampada de protestas limpias,
porque tenían fuerza en su mirada
y sus manos trabajadas, en lucha,
fueron un refugio entre iguales.

Reflexiones que se pronuncian
para evitar la desmemoria,
y son punto de fuga
que convergen en un mismo sentir.

Hay mujeres golpeadas de silencios,
tanto tiempo ignoradas
que su coraje perdió el pulso.
Pero, hoy, tú me dirás
qué moral cotidiana nos habita
si la resignación en los labios nos calla,
y la precariedad se instala en nuestras vidas
con gestos de normalidad.

Llamada para la generación que despierta
de una modorra conducida,
de tanta quietud derramada,
porque no habrá voluntad que quede a la intemperie.
Será antífona que alimenta
los nuevos horizontes
cuando se pierde el miedo.

Eres, mujer, un plenilunio azul,
ese pacto sereno que construye
trazos en el anverso de tu nombre
con la fluidez del agua y entereza de piedra.
Porque ya no hay cometas de los cielos de infancia,
pero alzarás tu propio vuelo
donde tus brazos abiertos serán un destino,
un mismo idioma para esta vigilia
que se hace promesa.