«Los tiempos mesiánicos vienen precedidos por un acontecimiento impensable para nadie de los que vivían entonces: la exaltación de la mujer (María) a una altura tal que por encima de ella no puede haber más hombre que el Hombre-Dios. Porque era lo más postergado, fue lo más exaltado» (Rovirosa, OC, T.I. 423).