Esperanza es una palabra frágil. Una palabra que en determinados tiempos, como este de Adviento, aparece de nuevo en el horizonte de nuestra vida y nuestra oración, que sustenta nuestros compromisos, que afianza nuestras búsquedas, que alienta nuestros sueños, pero que, también, puede verse envuelta en una nube de engañosas ilusiones, contratiempos, dificultades y decepciones que terminen por ahogarla.