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Gonzalo Ruiz, presidente de la HOAC: «Nuestra democracia no está dando respuesta a los trabajadores pobres, precarios y excluidos»

20 septiembre 2019 | Por

Gonzalo Ruiz, presidente de la HOAC: «Nuestra democracia no está dando respuesta a los trabajadores pobres, precarios y excluidos»

Publicamos la versión extendida de la entrevista publicada en el número 1.620 de la revista Noticias Obreras (septiembre 2019) en la que, por razones obvias de espacio, aparece solo una síntesis.

Abraham Canales, director de Noticias ObrerasPasados dos años desde que fue elegido presidente general de la HOAC, nos atiende para conversar sobre la situación laboral, social y eclesial en este complejo tiempo y sobre los retos más inmediatos.

¿Cómo es el pulso en la HOAC en estos momentos?

Estamos esperanzados y preocupados. Seguimos empeñados en vivir las alegrías y las penas de nuestros hermanos y hermanas de trabajo, acompañando a hombres y mujeres que sufren las consecuencias del paro y la precariedad, que no ven salidas a las situaciones de inseguridad y provisionalidad en que muchas familias viven su día a día. Seguimos caminando con esperanza, porque sabemos de Quién nos fiamos, pero también con preocupación, porque son muchos y muy graves los problemas que aquejan a amplios sectores del mundo obrero y del trabajo más empobrecido. Veo mucho dinamismo e implicación de los y las militantes en sus realidades más cercanas. Comunitariamente seguimos estando muy presentes en las realidades diocesanas más precarias y empobrecidas.

¿Cuáles son las prioridades del próximo bienio?

Para el bienio 2019-2021 hemos acordado centrarnos en tres prioridades. La primera tiene que ver con «los medios para construir prácticas de comunión de bienes, vida y acción con el mundo obrero empobrecido». Se trata principalmente de seguir desarrollando los procesos y dinámicas, que desde hace cuatro años venimos desarrollando, para ir haciendo vida las líneas de actuación aprobadas en la anterior asamblea general.

La segunda prioridad, «crecer en vida de comunión en la HOAC al servicio de la triple comunión con el mundo obrero empobrecido». Crecer en la triple comunión es uno de los elementos centrales de lo acordado en nuestra XIII Asamblea General, por ello transcurridos ya cuatro años de la celebración de la asamblea, nos planteamos cómo seguir creciendo en la triple comunión y que avances hemos tenido en estos últimos años, para seguir impulsándolos e incrementándolos.

La tercera prioridad, «preparar y celebrar la XIV Asamblea General de la HOAC», va a requerir del esfuerzo y participación de todos y todas las militantes de la HOAC, por todo lo que supone de reflexión y discernimiento comunitario para seguir dando respuesta a los retos que la realidad del mundo obrero y del trabajo nos plantea para seguir desarrollando en él nuestra tarea evangelizadora.

La situación de precariedad y de descarte es galopante. Hemos salido de la Gran Recesión económica, pero permanece una gran crisis social. Según FOESSA, millones de personas, además de sufrir este sistema, se sienten desvinculadas…

Para la HOAC, la suerte de estos más de ocho millones de personas que se encuentran en situación de paro, precariedad en el empleo, exclusión social… han de ser el eje vertebrador de cualquier acción de gobierno que se precie de procurar el bien común. El gran problema de nuestra democracia es que no está sabiendo dar respuesta a estos millones de personas, que no solamente no están mejor que antes de la crisis sino que están peor y se ha cronificado su situación. Nuestra sociedad es cada vez más dual, las desigualdades entre unos sectores y otros de la sociedad son cada vez mayores y eso genera una gran desestructuración social, familiar y personal, con todo lo que ello conlleva de sufrimiento de las personas. Con esas personas, en esos lugares estamos llamados a estar presentes, acompañando, recorriendo el camino juntos, mostrando nuestro solidaridad y cercanía, la Iglesia ha de estar allí donde la persona sufre, donde se le niega su dignidad de hijos e hijas de Dios.

¿Cómo acompañan los militantes de la HOAC estas precariedades? ¿Es la campaña Trabajo digno para una sociedad decente una respuesta?

En unos casos, son los propios militantes de la HOAC los que están en situación de precariedad, por tanto, ellos mismos, junto a sus compañeros y compañeras de trabajo, tratan de concienciarse y luchar por sus derechos y su dignidad. En otros, están presentes en las realidades obreras de nuestros barrios y pueblos, participando en distintos colectivos y entidades, en las mismas empresas y centros de trabajo, en la acción sindical o política.

La campaña Trabajo digno para una sociedad decente no solo pretende denunciar la situación, sino que pretendemos acompañar a estos trabajadores y trabajadoras en su lucha por conseguir un trabajo digno y con derechos que les permita vivir con dignidad a ellos y sus familias.

La valoración de la campaña es muy positiva, pues, aunque modestamente, está sirviendo para concienciar a los trabajadores y a la sociedad, mediante la denuncia, también en el acompañamiento de las personas, y en la aportación de propuestas para conseguir que el trabajo sea cada más digno y con derechos. Poco a poco, la campaña está sirviendo para poner en el centro de nuestra tarea evangelizadora el trabajo como elemento central para la consecución de una sociedad decente.

De cara la próxima asamblea general (agosto 2021), una de las características del proceso es que toda la militancia participa… ¿Podría contarnos cómo se construyen las propuestas o temas? ¿Sobre qué prioridades cree usted personalmente que puede profundizar la asamblea?

En la próxima reunión de Comisión General que celebraremos el 8 y 9 de noviembre tendremos un primer diálogo sobre el contenido de la misma, a partir de ahí se elaborará una propuesta que será enviada a los miembros de Comisión General que en la reunión del mes de marzo, una vez dialogada, aprobará una propuesta que será enviada a los militantes y equipos para su reflexión y dialogo en las asambleas diocesanas, que a su vez mandaran sus aportaciones para ser dialogadas en el Pleno General de Representantes del mes de julio de 2020. De ahí surgirá la propuesta de contenidos a tratar en la Asamblea General. Una vez hecho esto las propuestas vuelven a los militantes para tratarlas de nuevo incorporando nuevas aportaciones e ir avanzando en las propuestas y acuerdos, que de nuevo son tratadas en las asambleas diocesanas y en un nuevo Pleno General de Representantes a celebrar en junio de 2021, donde se ordenan los acuerdos y propuestas que serán dialogadas en la Asamblea General a celebrar en agosto de 2021.

Como puede apreciarse, es un proceso muy participativo y dinámico en el que están implicados todos los y las militantes hoacistas.

Por lo que venimos dialogando en los distintos espacios comunitarios existentes, hay un acuerdo muy generalizado en seguir profundizando y haciendo vida las distintas propuestas de vida y acción acordadas en la anterior asamblea, son propuestas de largo recorrido que necesitan tiempo para asentarse y hacerlas vida comunitariamente, tendremos que seguir profundizando en los retos que nos plantea la evangelización del mundo obrero más empobrecido y excluido. Cómo dar respuesta a las necesidades más apremiantes de los trabajadores precarios, pobres, excluidos…, es un reto permanente para la Iglesia y para la HOAC dentro de ella. Estar cerca de los pobres, de los que sufren, de los marginados, de los excluidos es una exigencia evangélica que permanentemente nos llama a salir a su encuentro, buscar soluciones, innovar…

También deberemos profundizar en la extensión de la HOAC, en nuestra presencia pública como movimiento de la Acción Católica para la Pastoral Obrera y en la iniciación e incorporación de nuevos militantes al movimiento.

La cultura del encuentro frente a la cultura del descarte que provoca este sistema. ¿Cuáles son los retos para promoverla?

Está claro, el papa Francisco nos lo recuerda continuamente, esta es una sociedad del descarte y la exclusión, frente a ella no queda otra que proponer una cultura del encuentro, en la que el centro sea la persona. Tenemos que promover una cultura en la que prime el acuerdo y el diálogo, en la que se procure el bien de las personas, que haga posible una vida digna para todos y todas, que les permita desarrollarse en su totalidad, en su integridad. Para ello es necesario promover una cultura del encuentro donde prevalezca el acuerdo y el diálogo, donde sea posible la comunión y cooperación por la existencia, donde se promuevan y desarrollen los valores del Evangelio, en definitiva una sociedad en la que el Evangelio se haga cultura. Donde pasemos de «luchar por la existencia» a «cooperar por la existencia», como decía Guillermo Rovirosa.

Con una trayectoria muy consolidada de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente… ¿qué opinión le merece?

Me parece un acierto total haber promovido esta iniciativa, ha abierto un camino nuevo de cooperación intraeclesial muy interesante. Está permitiendo sumar fuerzas y promover acciones que, de otro modo, tendrían menos repercusión e incidencia tanto en la sociedad como en la Iglesia. Por otra parte me parece esencial que distintas organizaciones de Iglesia trabajen en común sobre un asunto que, en mi humilde opinión, debería ser central para toda la Iglesia, como es la pretensión de promover el trabajo decente como elemento fundamental para que los trabajadores y trabajadoras puedan desarrollar una vida digna para ellas y sus familias y puedan aportar y contribuir al desarrollo y promoción de una sociedad decente para todos y todas, sin excluidos y descartados.

Sería interesante, que habiendo transcurridos ya unos cuantos años desde su puesta en marcha, se hiciera una valoración y se reflexionara sobre que otros pasos se podrían dar para seguir avanzando en propuestas concretas  que nos ayuden a desarrollar actuaciones que nos ayuden a ir consiguiendo un trabajo decente en nuestra sociedad.

Finalizado el proceso de reflexión con la Conferencia Episcopal Española (CEE), ¿cómo seguir avanzando? ¿Qué debería reforzar la Iglesia hoy?

Hay que avanzar en un mayor protagonismo de los laicos al interior de la Iglesia, todo ello tiene que traducirse en medidas concretas que hagan posible una mayor corresponsabilidad laical en las tareas pastorales. Es necesario que se establezcan cauces de diálogo permanente de nuestros obispos con los movimientos de la Acción Católica, General y Especializada, para seguir abordando cuestiones relacionadas con nuestra tarea y misión. Sobre todo, en lo referido a nuestra presencia en los distintos ambientes, propios de nuestros movimientos donde estamos llamados a hacer presente el Evangelio.

Para que los laicos tengamos cada vez más protagonismo en la Iglesia es necesario ir adecuando las estructuras eclesiales a la realidad social que estamos viviendo y a la necesidad de salir al encuentro de nuestros hermanos y hermanas del mundo obrero y del trabajo para darles a conocer a Jesucristo. En este sentido es necesario dar un apoyo decidido a los movimientos apostólicos, darlos a conocer en muchas realidades eclesiales dónde ni siquiera se les conoce y dotarles de medios humanos y materiales para que puedan desarrollar mejor su tarea evangelizadora.

¿Está en la agenda de la CEE un nuevo encuadramiento para la HOAC en el ámbito de la pastoral?

Oficialmente no sabemos nada, pero parece que en la reestructuración de la organización que está preparando la Conferencia Episcopal hay intención de encuadrar la Pastoral Obrera dentro de la Pastoral Social. Lo importante para nosotros, más allá de donde esté encuadrada la Pastoral Obrera, es que pueda seguir desarrollándose y haciéndose vida la tarea que tenemos encomendada por la Iglesia de evangelizar al mundo obrero y del trabajo. Creemos que esta tarea es más necesaria que nunca, sobre todo en los sectores más empobrecidos y excluidos, donde no dejan de aumentar el paro y la precariedad y como consecuencia de ello la pobreza y la exclusión social. La Iglesia tiene que seguir haciéndose presente en esas realidades, acompañando a las personas, denunciando las situaciones de injusticia, promoviendo la dignidad de las personas, acompañándolas en la promoción personal y familiar que les permita salir de las situaciones de postración en las que se encuentran. Ahí es necesario estar, seguir ofreciéndoles el proyecto de humanización que nos ofrece Jesucristo.

Para la CEE, una de las prioridades del próximo curso es la celebración del Congreso de Laicos, ¿cual está siendo la implicación de la HOAC?

Allí dónde hay militantes de la HOAC hay implicación en la preparación del Congreso, bien sea participando en las reuniones preparatorias que se han convocado en las distintas diócesis, o bien haciendo aportaciones a los departamentos o delegaciones de apostolado seglar existentes en las diócesis. La implicación varía según las diócesis, ya que la estructura organizativa no es homogénea.

Además, la Comisión Permanente está participando en las distintas jornadas generales que a lo largo de este tiempo se han convocado. Por otra parte, también hay algunos militantes de HOAC participando en la Comisión de contenidos que está preparando el congreso.

¿Qué valoración hace de la trayectoria de la Pastoral Obrera de Toda la Iglesia después de 25 años de recorrido?

La valoración de estos veinticinco años es muy positiva, se han desarrollado numerosas iniciativas y reflexiones en la mayoría de las diócesis durante todo este tiempo y, a nivel general, se ha orientado y potenciado toda esta actividad pastoral mediante las jornadas anuales que desde entonces se han venido celebrando, que han sido sin duda un lugar de encuentro y reflexión muy importante. Destacando que todo ello no hubiera sido posible sin la coordinación y animación realizada por el Departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal.

Como decía anteriormente, la Pastoral Obrera hoy es más necesaria que nunca, ya que las condiciones de trabajo y vida de millones de trabajadoras y trabajadores no han hecho sino empeorar en los últimos años. Por tanto, la atención pastoral de tantos hermanos y hermanas nuestras no creo que esté en discusión. La Iglesia tiene que seguir haciéndose presente, ya que el trabajo, como dice el papa Francisco, es clave en toda la cuestión social y, por tanto, hemos de acompañar esas realidades obreras que sufren el paro, la pobreza y la exclusión.

Esta tarea pastoral ha de seguir realizándose en las realidades obreras de nuestros barrios y pueblos, en los centros de trabajo, en las organizaciones sindicales y ciudadanas y, en general, en todas aquellas realidades donde estén presentes hombres y mujeres del mundo del trabajo. Nuestra presencia no ha de ser de cualquier manera, ahí hemos de estar acompañando a las personas, contribuyendo a un cambio de mentalidad, que haga posible ir construyendo otra vida, más acorde con los valores del Evangelio, dónde la persona pueda desarrollarse en su integridad y pueda tener una vida digna para él y su familia. Promover un cambio en las instituciones para que estén cada vez más al servicio de las personas, en especial de las más pobres, promoviendo iniciativas, proyectos, empresas que hagan visible que otra forma de construir la sociedad es posible, donde la persona esté en el centro y no el lucro.

Recientemente, la CEE ha considerado revitalizar las Semanas Sociales para «la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), especialmente en cuestiones como el desempleo o la vida cultural y política». Estamos ante un nuevo proceso de carácter general, ¿qué opinión le merece este instrumento?

Me parece una iniciativa muy interesante. Si de algo estamos especialmente necesitados los cristianos es de fortalecer y potenciar la dimensión social de nuestra fe, tenemos una grave carencia. La DSI es una gran desconocida, no solo entre los laicos sino entre los sacerdotes. Por tanto, hay que felicitarse por esta iniciativa que se quiere poner en marcha. Estaremos atentos a su desarrollo.

¿Qué le ha parecido el proceso de investidura del Gobierno de España?

Nos falta cultura política del pacto y el acuerdo. Los millones de trabajadores y trabajadoras que siguen sumidos en la precariedad, el paro, la exclusión y la pobreza, no están para dilaciones y experimentos. Los dirigentes políticos, en general, son poco sensibles a las verdaderas prioridades que el mundo obrero y del trabajo tienen. La falta de gobierno posterga la toma de medidas urgentes que permitan a estos millones de personas que se encuentran en la exclusión y la pobreza severa vivir con mayor dignidad y, sobre todo, les permita salir de esa situación de deterioro personal y familiar en el que se encuentran.

La falta de gobierno hace que las reformas estructurales, necesarias y urgentes que necesita nuestra sociedad no se acometan y por tanto prolonga la incertidumbre y el sufrimiento de los colectivos más débiles y desfavorecidos: inmigrantes, mujeres, jubilados, mayores de 45 años, jóvenes, niños…

¿Cómo son las relaciones con el mundo del trabajo, con los sindicatos?

Están en un buen momento, son unas relaciones muy fluidas. El contacto con ellos es muy natural, al hilo de las tareas cotidianas. Nos une la preocupación por las condiciones de vida y trabajo de millones de trabajadoras y trabajadores. Cada uno, desde su especificidad, puede aportar todo su saber para que la atención y acompañamiento, sobre todo de los trabajadores precarios y en paro, no sean dejados de lado y sea una prioridad central en el hacer diario de la actividad sindical y en nuestra tarea apostólica.

Los sindicatos valoran muy positivamente la actuación decidida del papa Francisco poniendo el trabajo digno como un elemento esencial para que el trabajador y la trabajadora puedan vivir con dignidad, formar una familia y poder participar de una forma plena en la vida social en la que viven.

¿Considera necesario tener un espacio propio de relación entre la CEE y los principales sindicatos del país?

La Iglesia ha de estar atenta a cuanto ocurre en la realidad social, a la que está llamada a evangelizar, a llevar el Evangelio a todos los rincones de nuestro país, por tanto, si esto es así, ha de estar preocupada por lo que les ocurre a los millones y millones de trabajadores y trabajadoras que conforman nuestra sociedad, ha de estar interesada por cómo se resuelven los problemas que les afectan. Los primeros y principales vienen por las malas condiciones de trabajo, precariedad en el empleo, paro, retribuciones insuficientes, siniestralidad laboral, etc., que llevan a la exclusión y a la pobreza. Uno de los actores principales para la resolución de estos problemas son los sindicatos, por tanto, si nuestros obispos están preocupados por la suerte de estas familias trabajadoras han de conocer su situación y problemática y han de alentar la toma de medidas que tiendan a la resolución de estos problemas, y han de abogar, entre otras cuestiones, por impulsar el diálogo social y la puesta en marcha de medidas que resuelvan las situaciones existentes.

Ahora bien, este diálogo se ha de producir de forma paulatina, en la medida que esa preocupación social se vaya haciendo más patente, participando en foros sociales, propiciando encuentros y diálogos desde lo concreto. Poniendo de manifiesto aquello que nos une en la preocupación por la promoción humana de las personas, para que vivan con dignidad y puedan desarrollar su vida personal y familiar con plenitud.

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