Para pasar de la economía del descarte a otro paradigma más sostenible, inclusivo y solidario necesitamos, no solo denunciar lo que va mal, sino proponer una alternativa capaz de alimentar la esperanza y ponernos en el camino de humanización que queremos.

Enrique Lluch, doctor en Ciencias Económicas | Ya sabemos lo que va mal, más o menos, en el modelo económico actual. Es necesario identificar lo que no funciona, pero en contraposición directa con nuestra propuesta. Nuestra misión como cristianos está en denunciar pero, sobre todo, en anunciar y promover la esperanza, aunque con frecuencia caigamos en la denuncia, lo que es siempre más fácil.

Si nos quedamos ahí, en decir que todo va mal, nos convertimos en los pesados que están mirando siempre lo negativo, sin hacer nada para solucionarlo. Se trata de abordar cómo podemos cambiar el paradigma económico actual, cómo hacer que la economía funcione de otra manera.

Dado el espacio disponible, apenas cabe apuntar algunas direcciones, los puntos principales y esenciales para construir esa otra economía, esa nueva economía en línea con lo que propuso Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2013, «un nuevo modelo de desarrollo y economía», y en la línea que está siguiendo Francisco, que ha recogido muy bien el reto de su antecesor, y que ha concretado con la convocatoria en Asís, en marzo del año próximo, de un encuentro de jóvenes economistas.

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