El Cardenal Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, en su mensaje para el Día Mundial del Turismo, ha reclamado medidas para promover el trabajo decente en este sector clave de la economía.
El propio cardenal explica que “la elección de tratar el tema del turismo desde la perspectiva del trabajo parece particularmente apropiada en vista del enraizamiento del estado crítico que caracteriza la dimensión laboral en la vida de muchas personas, en todas las latitudes”.
La Organización Mundial del Turismo (OMT), que promueve el Día Mundial del Turismo para el próximo 27 de septiembre ha elegido como lema: “Turismo y empleo: un futuro mejor para todos”. Este enfoque está en sintonía con con la Agenda 2020 de Desarrollo Humano aprobada por Naciones Unidas y también con la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El responsable vaticano pide mayores compromisos para favorecer el empleo sostenible con derechos: “Llamamos a todos los gobernantes y responsables de las políticas económicas nacionales para que favorezcan el trabajo, particularmente entre los jóvenes en el sector del turismo. Un trabajo que ponga en el centro a la dignidad de la persona […], que se convierta en instrumento para promover el desarrollo integral de cada hombre y de todo el hombre”, se puede leer en su mensaje.
La importancia de este sector de actividad económica en todo el mundo es cada vez mayor. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT) uno de cada 11 puestos de trabajo en el mundo, tiene relación con el turismo, que además muestra un crecimiento constante en todos los rincones del mundo. Pero, como ocurre en muchos otros sectores, las relaciones laborales dejan que desear. Así lo ha denunciado el propio cardenal, quien afirma que muchos de los profesionales “operan en condiciones de precariedad y, a veces, de ilegalidad, con salarios injustos, obligados a un duro trabajo, a menudo lejos de la familia, con alto riesgo de estrés y sometidos a las reglas de una competitividad agresiva”. Con el añadido, sigue el prefecto, de “la explotación del trabajo en los países pobres (…) donde rara vez son las poblaciones nativas las que se benefician” y “la degradación y la explotación voraz del ambiente”.
El cardenal Turkson pide una gestión más sostenible y humana de esta actividad económica: “Su relación directa con el desarrollo integral de la persona debería orientar su servicio, como el de las demás actividades humanas, a la edificación de la civilización en el sentido más auténtico y completo, es decir la edificación de la civilización del amor”.
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