Compartir es la manera de anunciar el Reino; es la forma de que los bienes lleguen a todos. Compartir es el milagro, el signo de la cercanía del Reino. Dios quiere la vida para todos, y su voluntad se hace efectiva a través de nuestro compartir. Por eso nuestra Eucaristía, nuestra comunidad, no son auténticas si quienes participamos en ella no vivimos con espíritu de pobreza y desde la solidaridad; si no compartimos lo que somos y tenemos, porque solo si es celebración del compartir y de la entrega puede ser memorial de Jesús.