El autor de este Tema del Mes analiza la precariedad en sus múltiples facetas como todo un sistema que condiciona la vida de las personas con menos opciones, por lo que plantea una respuesta integral centrada en la esperanza como motor de cambio.

Joaquín Sánchez | La precariedad laboral es en realidad la raíz de otras muchas precariedades que no se pueden superar sin corazones nuevos que busquen la dignidad y el bien común, que vibren con la vida.

«Había tres personas que tenían que repartirse 30 panes. La persona más ambiciosa, avariciosa, codiciosa y sin escrúpulos coge 29 panes y se los guarda. A continuación le dice a la persona de al lado que tenga cuidado con la otra persona que le quiere quitar el pan que le corresponde. Las dos personas pelearon por el pan, se pelearon por las migajas» (relato recreado).

Cuando hablamos de precariedad la entendemos en un sentido laboral, que causa pobreza, exclusión y marginación, la identificamos con un trabajo que conlleva contratos de poco tiempo, eventuales, con sueldos de unos 500 euros, media jornada, cuando después se echan realmente jornadas laborales de más de 8 horas, con un ritmo agotador, realizando una tarea donde antes habían dos trabajadores y con un trato de desprecio y amenazante donde es frecuente escuchar: «Si no te interesa, te vas, que en la puerta hay esperando trescientas personas».

Pero, junto a esta precariedad laboral, hay que contar la precariedad legal, la precariedad psicológica y la precariedad de la esperanza. Estas cuatro formas de precariedad se dan de una manera simultánea, pero, a la hora de la exposición, le damos este orden de precariedad laboral, precariedad legal, precariedad psicológica y precariedad de la esperanza, dándose simultáneamente, como indicaba antes, y de una manera entrelazada.

Lo primero que hay que preguntarse es por qué existe la precariedad, cómo ha surgido, cómo hemos llegado a esta situación de precariedad en un sentido amplio. La pregunta de las causas es un gesto de revolución, de cambio y de transformación social, si no conocemos la realidad, si no conocemos cómo funciona nuestro mundo no podemos transformarlo.

Hay que desentrañar la realidad, lo que nos acontece, ir más allá de lo que nos dicen los medios, si queremos saber cuáles son los mecanismos y las estrategias que utilizan las élites económicas, financieras y sociales para dominar el mundo, nuestro mundo, incluido las personas.

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