El encuentro y el diálogo son imprescindibles si queremos alumbrar la mentalidad necesaria para promover sociedades decentes en torno al trabajo digno. Este Tema del Mes recoge una serie de propuestas para estimular el debate y la colaboración para cambiar la economía del descarte y la cultura de la indiferencia por un nuevo humanismo integral.

Comisión Permanente de la HOAC [*] | El paradigma cultural dominante, impulsado por el desarrollo científico-técnico al servicio de la rentabilidad económica, genera un modelo concreto de persona. Esa visión antropológica, tan funcional y útil para el mercado y la sociedad consumista, entiende a la persona como un ser profundamente individualista, posesivo y hedonista, sin apenas capacidad de compasión y sentido de la justicia.

Mientras esa atmósfera de ideas, valores y aptitudes, impermeable al sufrimiento y la injusticia, se mantenga, será difícil alumbrar sociedades decentes donde el trabajo digno sea una realidad para todas y cada una de las personas (o, lo que es lo mismo dada la relación circular existente, promover el trabajo digno como fundamento de las sociedades decentes).

De ahí que, para impulsar un cambio de rumbo de la sociedad, sea necesario también el empeño por el cambio cultural, empezando por combatir visiones teóricas y prácticas que no reconocen el valor fundamental de lo humano y, por tanto, de su dignidad.

Es necesario dialogar y compartir, desde las profundas convicciones de las distintas personas y organizaciones que defienden y luchan por extender el humanismo, unas bases que configuren una visión sobre qué y quién es el ser humano.

Una visión cristiana del ser humano

La vida del obrero de Nazaret es propuesta de salvación y humanización plena, es el anuncio y la esperanza que impele a salir al encuentro del mundo actual. El ser humano, la persona, está llamada a ser mucho más de lo que es hoy, infinitamente mucho más de lo que la cultura mayoritaria y el modelo social entienden que puede llegar a ser.

El Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, Evangelio leído en el acontecer histórico, contienen la antropología cristiana que permite descubrir, compartir y desarrollar un humanismo integral que posibilite a la persona vivir con dignidad.

De esa comprensión cristiana se extraen consecuencias para la vida personal y social:

• La persona humana ha de ser el centro de la organización social.
• Toda nuestra sociedad, para ser decente, debe organizarse para servir a las necesidades de toda la persona y de todas las personas. Y para desarrollar las dimensiones que la configuran. También la dimensión humana del trabajo y de la política.
• La organización social ha de favorecer la verdadera vocación del ser humano al amor y a la comunión, respetando su libertad.
• La persona es el valor supremo de todo lo creado y de la toda la historia, por tanto, siempre ha de ser fin y nunca medio o instrumento.
• La existencia de los empobrecidos se convierte en la prueba más evidente de una sociedad que vive y se organiza de espaldas a Dios, que lo niega prácticamente y, en consecuencia, en una sociedad deshumanizada, de espaldas a la persona.

[*] Este es un extracto de la reflexión La cultura del encuentro, para un trabajo digno y una sociedad decente, elaborado por la Comisión Permanente de la HOAC para celebrar su Día. Allí se realiza un análisis pormenorizado de la mentalidad dominante actual que sustenta la economía del descarte y la cultura de la indiferencia, así como una síntesis de los rasgos más destacados de la alternativa de humanización plena que encarna Jesús de Nazaret. Invitamos encarecidamente a seguir profundizando en este asunto con la lectura del contenido íntegro del citado cuaderno 17.

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