Si Jesús hubiera nacido en esta cultura, seguramente se le hubiera mirado igual de raro que lo hicieron los de su época. Él fue un maestro de la comunicación, a la antigua usanza, es decir hablaba a la gente de forma que lo entendiera (con parábolas) y se acercaba a ellas, las tocaba, las miraba, las escuchaba… así les aliviaba su dolor y les hacía sentir la presencia de Dios en sus vidas.