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El nuncio de la Santa Sede en la ONU: “El acceso al trabajo decente para todos es una condición esencial para el desarrollo”

15 abril 2019 | Por

El nuncio de la Santa Sede en la ONU: “El acceso al trabajo decente para todos es una condición esencial para el desarrollo”

Mons. Bernardito Auza, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, intervino en la Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas para conmemorar el Centenario de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).  En nuestro tiempo, las innovaciones están generan nuevas oportunidades laborales, condiciones más flexibles que facilitan el equilibrio entre trabajo y vida privada y automatizar algunas tareas fatigosas, pero también están disminuyendo las viejas garantías y aumentado la incertidumbre, la inseguridad y la desigualdad.

Justicia social

El nuncio recordó los orígenes de esta organización: “En el momento de su creación, después de los estragos de la Primera Guerra Mundial, el lema que fue elegido fue: Si vis pacem, cole justitiam – Si deseas la paz, cultiva la justicia. Se hizo eco de los valores que fueron fundamentales para orientar la acción de la Organización”, y cuestionó si cien años más tarde las condiciones de trabajo y el papel del trabajo en las sociedades, sigue siendo la piedra angular para garantizar la justicia social y la paz.

La centralidad de la persona

“En la base de la Agenda sobre el futuro del trabajo hay un enfoque centrado en el ser humano. Al hacerlo, la OIT reconoció el trabajo como un componente necesario de la realización humana, reafirmando al mismo tiempo que todos los aspectos de la persona humana, no sólo como trabajador, sino como miembro de una familia y de una comunidad, deben estar en el centro de las estrategias inclusivas y sostenibles para un desarrollo integral. Reconocer la centralidad de la persona significa devolverle la dignidad al trabajo y a la producción procesos. Significa poner al trabajador en primer plano, incluso antes que en el trabajo”.

Trabajo decente

Para Mons. Auza, las consecuencias de plantear la centralidad de la persona humana son: “En primer lugar, el acceso a el trabajo decente para todos es una condición esencial para el desarrollo”. Y subrayó que “mientras que los ingresos de una minoría crecen exponencialmente, también lo hace la brecha que separa la mayoría de la prosperidad de la que disfrutan esos pocos afortunados”. “En segundo lugar, como ha subrayado repetidamente el Papa Francisco, el trabajo decente debe integrar plenamente el paradigma ecológico, en lugar de ser basado en un modelo de crecimiento egoísta y anticuado. El lema de las tres “T” utilizado por el Papa Francisco en su lengua materna, tierra, techo y trabajo, nos empuja a reafirmar el valor interior de los principios del desarrollo basados en la dignidad de la persona humana”.

El nuncio insistió en que el trabajo no debe ser visto como una mercancía, y añadió que “la actividad del trabajo humano es importante, sobre todo, por su papel en la formación del carácter y de la dignidad de una persona. No es el consumo, sino la capacidad de crear nuevas cosas, relaciones, expresiones, que marcan la vitalidad de una persona. La huella personal, a través del trabajo, produce satisfacción y la voluntad de crecer y contribuir de forma positiva a la convivencia social”. Así, pidió reforzar el papel que puede jugar la globalización y la tecnología relacionado con la generación de oportunidades laborales, así como para apoyar a los países en desarrollo en la construcción del bien común.

 

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