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Es el tiempo de sanar la dignidad herida

11 enero 2019 | Por

Es el tiempo de sanar la dignidad herida

Abraham Canales | Las organizaciones de trabajadores y trabajadoras han anunciado un preacuerdo con el Gobierno, fruto de la mesa de diálogo relativa al empleo y relaciones laborales. El Gobierno de Sánchez convocó antes del verano a los agentes sociales para abrir distintas mesas de negociación con el fin de alcanzar un acuerdo antes de final de año.

El diálogo social como construcción al bien común

La discreción ha sido la tónica de la negociación. El diálogo y los consensos precisan una metodología y un clima que favorezcan la posibilidad de llegar a acuerdos. El punto de partida ha de ser un análisis compartido de la realidad que se quiere atender, unos objetivos, unas materias determinadas, unos tiempos y una participación adecuada y activa de a quienes se representa (en el caso de las organizaciones sindicales, los trabajadores y las trabajadoras mediante asambleas, comunicación directa, etc.). Estos enunciados miden la voluntad de las partes de alcanzar acuerdos.

Recuperar derechos y vocación de comunión

Lo que sabemos sobre el preacuerdo tiene dos elementos decisivos. De un lado, «revierte gran parte de los aspectos más lesivos» de la reforma laboral aprobada, a propuesta por el Gobierno de Rajoy por PP, CiU, Unión del Pueblo Navarro y Foro de Asturias, en 2012, en opinión de las organizaciones sindicales.

Aquella reforma tuvo como respuesta la convocatoria de una huelga general. Para la HOAC, las medidas suponían un duro golpe a la negociación colectiva, al frágil equilibrio de relaciones en las empresas, a la capacidad organizativa de los trabajadores; facilitando y abaratando el despido y apostando por la temporalidad descausalizada, la individualización y la precarización de las relaciones laborales.

Un ajuste ideológico impuesto a costa de los derechos de los trabajadores y, consecuentemente, sobre sus vidas y la de sus familias. Distintos estudios, algunos recogidos en estas mismas páginas [de la revista Noticias Obreras], han demostrado que la reforma de 2012 ha consolidado unas relaciones laborales basadas en el empobrecimiento y la deshumanización de millones de personas, al tiempo que la desigualdad ha ido creciendo.

Se repone el subsidio de desempleo para los mayores de 52 años. Se recupera la ultraactividad de los convenios colectivos, es decir se mantiene su vigencia mientras se negocia otro distinto. Se establece la prevalencia del convenio colectivo de sector frente al de empresa. Se modifica el artículo 42 del Estatuto de los Trabajadores en materia de contratas y subcontratas y se consolida el subsidio extraordinario de desempleo, eliminando la referencia al 15% de tasa de paro de la EPA. Medidas todas ellas muy significativas para avanzar en la mejora del empleo, en las condiciones de vida de los trabajadores y en «la vocación de comunión del ser humano».

El otro elemento decisivo de este proceso ha sido la desvinculación de los empresarios en el preacuerdo con el argumento de que «vulnera los principios del diálogo social», a pesar de que han participado, hasta donde han decidido, en el proceso de negociación. No es razonable este bloqueo con supuestos tan débiles que en todo caso afectan a las formas y no al fondo que es mejorar la calidad devaluada del empleo.

Es el momento de la responsabilidad compartida, de avanzar en la centralidad de la persona y el bien común y de aumentar las oportunidades de trabajo digno que ayuden a construir una sociedad más decente. Es el tiempo de sanar parte de la dignidad herida.

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