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Una alternativa ecofeminista al modelo económico

23 noviembre 2018 | Por

Una alternativa ecofeminista al modelo económico

Yayo Herrero* | El mundo vive una crisis global que es una crisis civilizatoria. La economía, la política y la cultura le han declarado la guerra a la vida. De ahí, la urgencia de reconfigurar el metabolismo del sistema económico, a partir de las aportaciones de la mirada ecofeminista.

Es urgente recomponer los lazos con la naturaleza y las personas, que afectan a los metabolismos económicos y a la manera de entender la economía, con lo que supone para la producción, el trabajo y desvelar algunos de los mitos y creencias que sostienen el sistema económico que es nefasto para las personas y ecosistemas.

Codependientes del planeta

 La materialidad de nuestro planeta Tierra está muy comprometida hoy en día. La sostenibilidad de la vida de las personas y otras especies, dentro de este planeta, está seriamente amenazada. La especie humana, como especie viva, es radicalmente codependiente. Vive inserta en un medio natural que tiene límites físicos y del que obtiene todo, absolutamente todo, lo necesario para sostener la vida.

Ese «todo» son bienes de la naturaleza, en primer lugar, los recursos no renovables, como son los minerales que existen en la corteza terrestre en una cantidad predeterminada que son susceptibles de ser usados hasta que se agotan o hasta que dejan de ser rentables económica o energéticamente. En segundo lugar, los recursos renovables, que son aquellos que regenera la naturaleza, como es el agua, el oxígeno en la atmósfera, el carbono o el fósforo, pero que cuentan con ciclos cuyos ritmos se han ido componiendo en el proceso evolutivo a lo largo de historia de la vida. Aunque sean renovables tienen también límites en sus tasas de regeneración –si extraemos agua de un cauce a una velocidad mayor que su ritmo de renovación alcanzaremos su límite de reposición–. Y, en tercer lugar, tenemos los sumideros del planeta, procesos biogeoquímicos que permiten degradar los residuos de la actividad humana, también los no humanos, para que puedan ser de nuevo reincorporados a los ciclos naturales, en el caso de los residuos biodegradables o que permanecen acumulados irreversiblemente, en el caso de los residuos xenobióticos, ajenos a la vida, porque la naturaleza no ha encontrado todavía la manera de descomponerlos y degradarlos.

Estos sumideros también tienen límites. Del mismo modo que una alcantarilla deja de tragar agua cuando la tromba que cae es excesiva, cuando el flujo de residuos emitidos es mayor que la capacidad de esos sumideros dejan de funcionar y parte de los residuos se acumulan en el suelo, en el aire y en el agua, en lo que llamamos procesos de contaminación que afectan a la salud de los ecosistemas, las personas y las otras especies vivas que componen con nosotros lo que llamamos biodiversidad, un seguro de vida que permite, ante perturbaciones importantes en los ecosistemas, que los sistemas vivos se adapten con éxito.

Como especie humana, por tanto, somos seres codependientes sujetos a los límites físicos del planeta. En un planeta con límites físicos, nada puede crecer de forma ilimitada. Ningún sistema económico que para crecer necesite extraer cantidades crecientes de recursos finitos o genere cantidades de residuos crecientes que tengan que ser degradados de forma naturales, es viable, ni siquiera el sistema económico capitalista.

*Antropóloga, ingeniera, profesora y activista ecofeminista. Este Tema del Mes es parte de una charla organizada por la HOAC de Zaragoza.

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