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Los impuestos como contribución al bien común

21 noviembre 2018 | Por

Los impuestos como contribución al bien común

El Foro Creyente de Pensamiento Ético-económico, integrado por 12 expertos y economistas de sendas universidades españolas, acaba de publicar un nuevo documento de trabajo, esta vez dedicado a “Los impuestos como contribución al bien común”. Según destaca el portavoz del Foro y profesor del Departamento de Economía y Empresa de la Universidad CEU Cardenal Herrera, Enrique Lluch Frechina, “este documento se centra en evidenciar el papel de la fiscalidad en la reducción de las desigualdades sociales, frente a la idea cada vez más extendida de que los impuestos son ineficientes e incluso perjudiciales para el crecimiento económico”.

Este rechazo al papel social de los impuestos se plasma en estudios recientes, como el Barómetro Fiscal del Instituto de Estudios Fiscales: en los últimos tres años, 6 de cada 10 entrevistados considera que la oferta pública de servicios y prestaciones justifica “poco o nada” el pago de impuestos. “Esto unido al aumento del fraude fiscal y las prácticas corruptas han conducido al creciente arraigo de un tipo de racionalidad económica que hace querer pagar menos impuestos a un número creciente de contribuyentes”, destaca el profesor de la CEU UCH Enrique Lluch, portavoz del Foro y colaborador habitual de Noticias Obreras.

Globalización, menos impuestos directos… las “termitas fiscales”

La “desafección fiscal” de la ciudadanía se achaca también, por parte de los expertos del Foro autores del documento, a factores como la globalización, que genera dificultades crecientes a los gobiernos nacionales para gravar los nuevos servicios y transacciones económicas digitales, los nuevos instrumentos financieros, los paraísos fiscales, las nuevas formas de comercio en una economía cada vez más basada en servicios inmateriales. “Esto causa un desigual tratamiento fiscal entre las nuevas empresas tecnológicas y multinacionales y las pequeñas empresas, que es percibido negativamente por los ciudadanos”, destaca Lluch, profesor de la CEU UCH.

Por otro lado, la reducción de los impuestos directos y la gradual concentración de los tributos en las rentas del trabajo asalariado no han mejorado la redistribución de la riqueza. “Los impuestos gravan la capacidad de pago de las personas de forma diferente: si la renta procede del trabajo soporta una mayor carga impositiva que si procede del capital. Debería gravarse la capacidad de pago independientemente de la fuente de renta”, plantean los expertos del Foro Creyente de Pensamiento Ético-económico, según destaca su portavoz.

Por un sistema fiscal verdaderamente redistributivo

Todos estos factores conducen a los autores del informe a concluir que “los actuales sistemas fiscales de los países ricos están diseñados, en realidad, para satisfacer las necesidades recaudatorias del Estado, pero no para ser redistributivos y, por tanto, justos”. Por ello, como elemento necesario para un sistema fiscal diseñado desde la idea del bien común, este Foro aboga por una mayor imposición sobre el capital dentro de la renta personal, para evitar una excesiva e injusta concentración de la riqueza. “Deberíamos incluso aspirar a un impuesto sobre la transmisión intergeneracional de capital, que recaiga en mayor medida en los mayores patrimonios, con más capacidad de evadir y planificar el ahorro de impuestos”, destaca Enrique Lluch.

En el documento “Los impuestos como contribución al bien común”, también plantean el incremento de la fiscalidad medioambiental, por ser este uno de los ámbitos donde más comprometido está el desarrollo del bien común: “Los impuestos ‘verdes’ deberían rediseñarse para atender a objetivos de restauración del daño ambiental causado y de generalización de hábitos más respetuosos con la ‘casa común’, tal y como la define el Papa Francisco en la Laudato Si”.

Además, el Foro también alerta ante el avance de una descentralización fiscal que cause problemas de inequidad entre territorios: “Hay que asegurar que los ciudadanos de cada territorio reciban los mismos recursos per cápita para financiar los servicios públicos. Poner el énfasis en lo que aporta y recibe cada territorio solo alimenta la confrontación social y no es fiel a la realidad, porque son los ciudadanos y no los territorios los que pagan los impuestos”. Y añaden: “La solidaridad con los más pobres por parte de los que tienen mayor capacidad de pago debería ser independiente de lo alejados que estén geográficamente”.

Contra una “desafección fiscal” insolidaria

Los miembros del Foro Creyente de Pensamiento Ético-económico, según destaca su portavoz, “somos conscientes de que este tipo de reformas fiscales propuestas son difíciles de implantar en el contexto de creciente desapego de lo público y de sus gestores, que experimenta hoy parte de la ciudadanía: lo público está mal visto y los impuestos, como vínculo entre la ciudadanía y las administraciones públicas, se han convertido en una “pesada carga”. Sin embargo, es necesario subrayar que no pagar impuestos o apostar indiscriminadamente por su reducción es una actitud insolidaria, que produce quiebras sociales y condena al sufrimiento a los más débiles”.

Para Lluch, “la idea de que los impuestos son necesarios para promover el bien común, que está fuertemente arraigada en los fundamentos de la doctrina social de la Iglesia, es la base para mantener los actuales Estados de Bienestar europeos, que se encuentran cada vez más erosionados y con una capacidad redistributiva menor”.

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