“Tantos años después de que Rovirosa escribiera “¿De quién es la empresa?”¹ seguimos luchando para que muchos trabajadores sean reconocidos como tales en la nueva economía”, comentó el sindicalista y profesor de filosofía jubilado, Joan Sifre, en la presentación del libro “Propiedad de la empresa y bien común”, una lectura comentada y poliédrica del texto escrito por Guillermo Rovirosa en 1963. 

“La Iglesia, desde los orígenes, habla de la titularidad del derecho al trabajo y a los bienes derivada de la filiación divina con la Creación, de la consideración de las personas como hijos e hijas de Dios”, destacó Teresa Compte, socióloga y directora del Máster Universitario de Doctrina Social de la Iglesia en la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA). 

Los dos autores que, junto a Daniel Jover y José Luis Elorza, han releído y actualizado el escrito, de madurez de Guillermo Rovirosa, primer militante e impulsor de la HOAC, participaron en la presentación del libro en el salón de actos Bernardo Herráez.  

“Estamos en un mundo distópico, de desigualdad. Los países que más están creciendo lo hacen sin democracias”, señaló Sifre, para quien, “en el horizonte está la luchar por los derechos, acompañar a nuestra gente e impulsar la democractización de la empresa para avanzar en la democratización de la sociedad”.  

Por su parte, Teresa Compte, reconoció que en el interior de la Iglesia “hemos gastado mucho esfuerzo en la discusión sobre los modelos, lo que en sí no es malo siempre que no nos quedemos en discusiones teóricas” mientras que Guillermo Rovirosa plantea “la transformación de la realidad desde la justicia social y el bien común”. “Rovirosa soñaba en una sociedad nueva. Era profundamente cristiano, consciente de la fuerza histórica de la fe. Le preocupaba el papel de los laicos en el mundo. En plena sintonía con el papa Pablo VI”, aclaró. 

“Una de sus grandes intuiciones fue cuestionar la propiedad de la empresa. La Iglesia, desde los orígenes, habla de la titularidad del derecho al trabajo y a los bienes derivado de la filiación divina con la Creación, de la consideración de las personas como hijos e hijas de Dios”, afirmó Compte.  

Joan Sifre recordó que Rovirosa pensaba la empresa como “una realidad humana que no puede ser objeto de propiedad, de apropiación”, a lo que Teresa Compte añadió que su anhelo era convertir la empresa en una institución social al servicio y transformación de la sociedad”, en coherencia con los planteamientos de la enseñanza social de la Iglesia. 

“La filiación divina” es una llamada a vivir dignamente para propiciar el desarrollo personal, que para la comunidad cristiana significa, perseguir la santidad, requiere la participación en los dones recibidos y creados y su uso responsable”, aclaró Compte. 

Para Joan Sifre, “la empresa es un proyecto humano en la que todo el mundo tiene el derecho a estar reconocido dignamente”, por lo que además de las reivindicaciones tradicionales el mundo del trabajo deber aspirar también a defender el reconocimiento de la profesión, la participación en la gestión y en la riqueza, pero también en la innovación, que no es solo la aparición de una técnica determinada, sino la institucionalización y orientación de los cambios”. 

“¿Existe hoy un sujeto colectivo capaz de asumir en este mundo instituciones que se organicen desde otra lógica? ¿Somos capaces de generar instituciones que se basen en otros principios?”, se preguntó Teresa Compte, quien defendió que la Iglesia no puede conformarse con ser solo “conciencia crítica”, sino que ha de aspirar a crear iniciativas sociales, empresariales, que pongan de manifiesto la gratuidad y el don”.  

¹ Escrita en 1963, y editada en 1964, la obra de Guillermo Rovirorosa “¿De quién es la empresa?” fue nuevamente publicada dentro de sus Obras Completas (Tomo II) en edición de Ángel Ruiz Camps en el año 1995.