Ricardo Díaz | Creo que más de la mitad de la gente vive con más de la mitad del coco comido y sin pensar. Y entonces me viene a la cabeza lo que nos dijo Joan Sifre en su ponencia durante los cursos de verano, aquello de que la gente no piensa, entendiendo el no pensar como una verdadera desgracia.

Y me viene a la cabeza también el sermón de Luigi Vari, arzobispo de Gaeta, a quién con agradable sorpresa escuché con motivo de la fiesta de san Bartolomé, el patrón del pueblo italiano de Selvacava a donde fui a pasar los últimos días de agosto con mi hija, yerno, consuegros y nietos (los cuales disfrutaron lo suyo con la banda de música asociada a la fiesta). No esperaba de un obispo tal sermón, seguramente debido a mis prejuicios. Vino a decir que Bartolomé no estaba “en la higuera” tal como comúnmente se entiende, es decir, sin enterarse de nada. (Para más detalles, ver Juan 1, 40-51). Por el contrario estaba pensando y esa actitud de pensar, de escuchar, de discernir, etc. que se halla presente en Bartolomé (aquí remito a Gaudete et exultate, 23) es una actitud firmemente asociada a la santidad tal como la entiende el papa Francisco.

Bartolomé (Natanael, en el evangelio de Juan) representa, junto con algún otro, por ejemplo Tomás, el “sector crítico” del colegio apostólico. Sin embargo eso no pareció preocupar a Jesús que, incluso en esta ocasión, piropea a Bartolomé. Un Jesús de mentalidad muy abierta a la hora de asumir las discrepancias internas y que, por cierto, no tenía nada de sectario como se deja ver, por ejemplo, en el evangelio del domingo día 30 de este mes de septiembre. En tal sentido, los expertos en el tema del Jesús histórico destacan la poca importancia concedida a Bartolomé en los evangelios en contraste con la que se le da a Pedro, por ejemplo.

Verdaderamente este Papa hila fino a la hora de escribir y también a la hora de rodearse de buenos e inteligentes obispos.