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Trabajadora de ayuda a domicilio: «Es muy duro vivir preocupada de si llegas a final de mes»

20 abril 2018 | Por

Trabajadora de ayuda a domicilio: «Es muy duro vivir preocupada de si llegas a final de mes»

Elena Moreno | Inma es una mujer de 56 años, vecina de la Vall d’Uixó (Castellón), que lleva toda la vida trabajando. Actualmente se encuentra en una situación complicada: separada y con una hija de 20 años en la universidad. Es una de tantas trabajadoras y trabajadores pobres que, aun teniendo un sueldo, no le da para mantener a su familia y llegar a final de mes, sin apuros.

¿Cuál ha sido tu experiencia laboral?

Empecé a trabajar con 14 años en una tienda de electrodomésticos, pero solo estuve un año. Enseguida entré a trabajar en una serrería, en la que estuve 20 años, hasta que la cerraron por la crisis. Trabajábamos chicos y chicas, todos con el mismo salario, y estuve muy bien. Me gustaba este trabajo y la relación con mis compañeros era muy buena.

Después de esto, me tuve que reciclar y me saqué el título de Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) y el de geriatría para trabajar en esto de manera profesional. Por suerte, pronto encontré trabajo en una casa en la que estuve tres años. Fue una experiencia muy bonita y satisfactoria. Descubrí que me gusta mucho cuidar de las personas mayores y me di cuenta de que valía para eso. Pero lo tuve que dejar porque mi hija estaba en el colegio y no tenía a nadie que me la cuidara. Tenía un horario que me impedía atenderla y estaba siempre sola o con las vecinas para que yo pudiera irme trabajar. A parte, no tenía tiempo para arreglar nada, ni papeles, ni cosas que yo necesitaba, y tampoco tenía tiempo para mí misma. Así que estuve una temporada en la que aprovechaba las horas que mi hija estaba en el colegio para ir a limpiar casas, escaleras, despachos…, lo que saliera.

¿Cuál es tu situación actual?

Desde hace cinco años trabajo en una casa particular cuidando a tres hermanas que tienen más de 80 años y les limpio la casa. Una de ellas necesita más cuidados, incluso para ducharse y vestirse. Tengo una jornada laboral de 34 horas semanales, a tiempo partido, por lo que hago 4 viajes al día: de nueve a una por la mañana y dos horas por la tarde, pero igual entro a una hora y salgo a otra porque ellas me dicen cada día lo que tengo que hacer. Luego, el seguro me lo pago yo de mi jornal, y no me corresponden ni pagas extra, ni desplazamientos, las vacaciones me las tengo que repartir y no tengo derecho a paro ni nada.

¿Y en cuanto al sueldo?

Cuando empecé acordamos que cobraría 900 euros, pero como me descontaban el seguro, se quedaba en 700 euros. De todas formas, era un trabajo que me gustaba y lo acepté. Pero cada día me pedían un poco más y acabé haciendo de todo: limpiar, lavar, cortinas, paredes, además de cuidar a la hermana, que cada vez necesitaba más ayuda. Así que les pedí un aumento de sueldo, y me lo dieron.

El problema es que desde hace siete meses estoy de baja y todo ha cambiado. He estado cobrando 600 euros al mes, y ahora me ha bajado a 550 euros. Me llaman continuamente para ver cuándo voy a volver o dicen que se buscarán a otra persona. Pero yo no puedo hacer nada.

¿Cómo afecta esta situación a tu familia?

La verdad es que cuesta mucho llegar a final de mes. Además, con mi hija en la universidad y sin beca, mucho más, porque no puedo dejar de ayudarla para que estudie. Es su segundo año en la Universidad de Valencia y vive en un piso alquilado, tengo que pagar el material, la alimentación y lo que haga falta. No le puedo dar ningún capricho porque no hay para más. Pero doy gracias a Dios porque ella lo entiende y no me exige nada. A parte, se ha sacado un cursillo de socorrista y en verano trabaja para ayudar con sus gastos y ayudarme a mí.

Y a nivel personal, ¿cómo lo vives?

Pues no demasiado bien. Anímicamente es una situación muy dura, porque sientes que has estado toda la vida trabajando para verte ahora así, siempre preocupada de si llegamos o no a final de mes, si puedo pagar esto o no tengo para comer ni nada.

¿Qué sería para ti un trabajo digno?

En mi opinión, deberían de cambiar muchas cosas. Para las personas que trabajamos en ayuda a domicilio las condiciones continúan siendo muy precarias: tendrían que pagarnos el seguro, tener pagas extra, como una trabajadora normal. Por otra parte, si estas mujeres me quisieran despedir, no tendría derecho a cobrar paro pues mi seguro no contempla esa situación. Además, sería necesario que nos pagasen un salario digno, por lo menos, para poder vivir con dignidad. Me gustaría poder ayudar más a mi hija. En mi caso, puedo seguir adelante gracias a la ayuda de mis hermanas. De lo contrario, sería imposible.

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