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Natalia Peiro: «Ahora las personas en pobreza cronificada son menos visibles»

21 marzo 2018 | Por

Natalia Peiro: «Ahora las personas en pobreza cronificada son menos visibles»

José Luis Palacios | Natalia Peiro ha sido nombrada secretaria general de Cáritas Española, después de 16 años de carrera profesional, más de la mitad dedicados a la cooperación internacional. Es licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración, está casada y es madre de cuatro hijos.

Es usted la primera mujer que llega a la secretaría general de Cáritas Española. ¿Qué supone para usted y para la organización?

Es un signo de alegría en muchas personas, también para mí. Ojalá pueda poner rostro a la mayoría de las personas que trabajan en Cáritas, un 70% son mujeres. Hay muchas mujeres que ocupan puestos importantes a todos los niveles en la organización. El mío es un cargo más público pero el peso de la acción de Cáritas, como de otras muchas laborales de la Iglesia está en manos de mujeres. El papa Francisco ha pedido a las mujeres un rol más activo, dar un paso adelante, una mayor participación. Es fruto de los tiempos, de la normalidad de la vida.

Su predecesor, Sebastián Mora, tuvo que lidiar con el momento más álgido de la crisis, ¿Son muy distintos lo retos que el contexto social le plantea como secretaria general? ¿cuáles serán sus prioridades?

Los años de la crisis supusieron un gran esfuerzo por multiplicarse y extenderse a un ritmo muy rápido, los recursos que invertíamos crecían a un ritmo también muy rápido. El reto sigue siendo el mismo: acompañar a las personas para que puedan recuperar su dignidad y volver a llevar una vida normalizada en sociedad. El camino será otro, porque muchas personas ahora están en una situación de pobreza más cronificada y además son menos visibles. Hay que hacer un esfuerzo para que se cuente con las personas que se han quedado en la cuneta, curar las heridas que ha dejado la crisis, personas y familias que llevan muchos años soportando la pobreza. Tenemos que innovar y ser valientes, ofrecer nuevas soluciones a problemas enquistados. Seguramente, no baste con responder a las necesidades básicas. Llevamos acompañando ya seis años al 15% de las personas que atendemos y tenemos que ver cómo podemos ayudarles a salir de esa situación.

El plan estratégico anterior marcaba tres apuestas muy claras: la promoción de la economía solidaria, la respuesta a la inmigración y la apuesta por la sostenibilidad medioambiental. ¿Cuál es su balance?

Hemos hecho alianzas con organizaciones de Iglesia en estas materias que sirven como signo externo de los pasos que hemos dados y del cumplimento de esas tres estrategias: Iniciativa «Iglesia por el trabajo decente», «Enlázate por la justicia» y «Migrantes con derechos». Estas tres campañas están dando muchos frutos en cada territorio.

Hemos conseguido que se reconozca a las personas migrantes o en movilidad como los pobres entre los pobres. En la discusión entre migrantes y refugiados, hemos sabido consolidar un mensaje común. La línea jurídica que les separa es muy frágil. No dejan de ser personas que llegan como refugiadas y acaban convertidas en inmigrantes irregulares, igual que hay migrantes que huyen de sus países por razones económicas o por un desastre natural que no pueden volver.

La economía solidaria es uno de los programas que más impulsos ha recibido, con proyectos especiales de recuperación textil, economatos, cáterin, restauración…, con un montón de empresas sociales. Por supuesto, la alianza por el trabajo decente ha supuesto mucha incidencia social. Algunas de las propuestas políticas de Cáritas hablaban del salario mínimo interprofesional, de las cláusulas sociales en los contratos de la administración pública…

Si hablamos del cuidado de la creación, se ha avanzado bastante. Pero cuesta entender, o no sabemos hacerlo, la importancia que tiene. Laudato si´ no es solo una encíclica, que ya es, sino una llamada a la acción, porque si no lo hacemos lo que vamos a dejar a nuestros hijos es un desastre de planeta.

A nivel internacional se ha priorizado la relación con la Iglesia de la Amazonía. Hay una red que trabaja en muchos ejes, con casos y litigios estratégicos para mostrar lo que está pasando y no debería pasar, en sitios donde los recursos naturales están siendo explotados, generando muerte y pobreza. No es solo ecología, sino ecología humana.

¿Cómo valora el recorrido de la iniciativa Iglesia por el Trabajo decente que lleva ya cuatro años en marcha? ¿Qué implicaciones está teniendo ya para la propia Iglesia en su faceta inevitable, al fin y al cabo, de empleadora?

Todas las iniciativas que nos unen como Iglesia para cuestiones sociales son muy importantes. Al final, la Iglesia son personas, familias, comunidades, parroquias, organizaciones…, y cuando cada cual hace cosas muy diferentes se proyecta cierto caos. Cuando hacemos juntos cosas importantes para la vida de las personas y nos mostramos juntos defendiendo derechos, haciendo propuestas, celebrando…, la gente se alegra, no se siente sola.

El empleo, siempre lo hemos dicho, es uno de los elementos de inclusión para las personas, no solo por razones económicas sino por la dinámica vital que despliega. El mercado de trabajo más flexible, más inestable…, sobre todo para las personas no cualificadas, no es suficiente. Por eso creemos que la subida del SMI es una buena noticia y seguimos pidiendo una garantía de ingresos mínimos para las personas en situación de pobreza, que sea complementaria, que no haya que elegir entre recibirla y tener o aceptar un empleo.

Cáritas forma parte de la patronal del Tercer Sector y tiene un compromiso real para que nuestras organizaciones sean ejemplo del cuidado de las personas, también de las que trabajan aquí. En los años de la crisis, creció la conciencia de que las personas que trabajan en Cáritas necesitaban atención, cuidados porque estaban sobrepasadas. Hay políticas de salario, de conciliación y también de cuidado, de preocuparnos por la formación y profesionalización.

Cáritas va a destinar 1,3 millones de euros a financiar un plan de acción con migrantes y refugiados en España… ¿nos puede detallar en qué consiste y qué complicidades será necesario movilizar?

Cáritas, en general, como hace siempre, está de manera subsidiaria llegando a donde los demás no llegan, rellenando los huecos del sistema. Las personas que llegan con una ayuda de emergencia del gobierno y de las organizaciones de asilo y refugio reciben alojamiento, asistencia jurídica, apoyo para el aprendizaje de idiomas… pero no reciben otras cosas que sí les ha dado. No queremos abrir plazas nuevas con huecos sin rellenar.

Es un plan con fondos propios para reforzar la capacidad de atención integral. Es una apuesta por atender mejor a las personas que ya están aquí. Lo que no queremos es atender las emergencias y dejar que los problemas se enquisten. Donde nos la jugamos es en la integración.

¿Cuáles serían a su entender los próximos avances que debe dar Cáritas?

La cooperación internacional va a ser una de las prioridades. Creo que la salida, aunque sea por la puerta pequeña, de la crisis nos tiene que servir para levantar la mirada y darnos cuenta de que hay muchos temas conectados. Los recursos, por ejemplo, para ayuda humanitaria no paran de crecer y los de desarrollo no paran de disminuir. Esto es un desastre. Cáritas siempre ha apostado por un modelo que prioriza la localización, que sean los agentes locales los que hagan las cosas y dirijan lo que tenemos que hacer. Para eso hace falta permanencia, presencia, indicarse en las comunidades y procesos locales y recursos estables. Esto es lo que les puede dar un respiro a los países y dejar de funcionar a golpe de crisis, que, por otra parte, no paran de aumentar.

La economía solidaria va a seguir, el empleo que existe y el que va a existir seguramente sea limitado. Hará falta otra economía y proyectos para generar empleo inclusivo.

El próximo plan estratégico será una estrategia para el cambio. Queremos adaptar la organización a una forma de trabajar que tenga en cuenta que los cambios cada vez son más rápidos y prepararnos para reaccionar con innovación social. Sin dejar de hacer lo que estamos haciendo, claro.

Todos tenemos que rejuvenecer e ilusionar a las personas que se compromete con la Iglesia en cualquiera de sus facetas y no lo podemos hacer los unos sin los otros. Hacen falta personas con valores cristianos para que se incorporen a la misión de Cáritas y la Iglesia necesita gente comprometida para que jueguen papeles importantes en sus comunidades.

¿Qué dificultades enfrenta hoy su institución para seguir siendo creativamente fieles a su misión? ¿Cuál le gustaría que fuera su aportación?

El tesoro de Cáritas es su capilaridad, que puede parecer a veces dispersión en la actuación, somos una confederación donde cada diócesis decide su rumbo y nuestra misión, desde los servicios generales, es animar y ayudar para responder a las necesidades que vemos, ver qué hacer juntos y qué por separado. A veces es difícil ver el fruto de lo que hacemos, pero la historia confirma que, aunque parezca lento no lo es tanto para las personas que reciben ayuda, es un modelo positivo. Me gustaría ver que aumenta la comunión entre las parroquias, las diócesis y toda la confederación. Hacer que todas las entidades trabajemos y caminemos con un solo corazón.

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