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Derechos embotellados

25 abril 2017 | Por

Derechos embotellados

Araceli Caballero | Hace unos días celebramos el Día del Agua, y bien lo merece tan imprescindible elemento. Pero a este paso le añadirán el adjetivo de «embotellada». Fuera de casa, cada vez es más difícil beber la del grifo. Por ejemplo en Barcelona, las fuentes públicas, que hay, podrían servir para más que celebrar victorias futboleras; su agua es perfecta para el consumo, pero pretender beber de la red en cualquier bar es prácticamente imposible. Y no es una excepción, especialmente en las grandes ciudades.

¿Se acuerdan del genio de Aladino, que vivía embotellado para provecho de su amo? Lo mismo el agua. Si mira la etiqueta de una botella, encontrará a Nestlé, Pepsi, Cocacola y otras grandes compañías. Se apropian y enriquecen con bienes de la naturaleza, a costa de derechos básicos, incluso donde su falta produce muertes. En Doornkloof (Sudáfrica), cada día salen de la factoría 282.000 litros embotellada Pure Life (marca de Nestlé), pero la población, incluidos los trabajadores de la planta, no tiene acceso a agua limpia. Por si esto fuera poco, genera contaminación y derrocha grandes cantidades de agua. El profesor de biología José Luis Garrido calcula que para fabricar una botella de 330 cl. de agua se emplean 40 litros.

¿Qué ventaja tiene este genio? Para quienes disfrutamos de agua del grifo cuya salubridad se financia y garantiza con dinero público, ninguna. Es más, se ha demostrado que a veces la del grifo es más sana que la embotellada. Incluso puede ser la misma, pero en plástico o, la más “finolis”, en cristal: en 2010, la televisión noruega informó de que el agua Voss (5 euros el litro) viene del grifo, de un pozo artesiano que también sirve a la red de Iveland (Noruega). Y no ha sido el único caso.

Los beneficios son, como imaginan, para sus dueños, que pretenden convencernos de que nuestra agua no es de fiar, como proclama el elocuente eslogan de Pure Life, «el agua en la que puedes confiar», poco sutil insinuación de que la que sale del grifo no es de fiar. «El peor enemigo es el agua del grifo», dijo un directivo de Pepsi.

Afortunadamente, no todo el mundo se resigna. En Bundanoon (Australia), el ayuntamiento prohibió hace unos años la venta de agua embotellada cuando una empresa de bebidas anunció su propósito de envasar el agua subterránea local. Mucho más cerca, en San Sebastián, hace 10 años que su ayuntamiento comenzó una campaña para impulsar el consumo de la de grifo y, de paso, reducir el volumen de residuos, bajo el lema «¿El agua? En jarra. ¡Naturalmente!». Ayuntamientos de toda Guipúzcoa están siguiendo el ejemplo. Los establecimientos que se adhieren a la propuesta lucen un distintivo a la entrada que posibilita a potenciales clientes elegir. Son solo dos ejemplos.

También están esa otra campaña personal que consiste en pedir agua del grifo por sistema. Si no la conseguimos, al menos tendrán que negarse, y tal vez se les ocurra cambiar.

En youtube puede verse una amena e instructiva «Historia del agua embotellada».

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