El cristiano ha de ganarse el derecho a la Resurrección, viviendo austeramente, dando trascendencia a todos sus actos, aun a los menos importantes, sabiendo buscar la verdad entre la maraña de mentiras organizadas, en medio de la confusión en que se vive, sabiendo seguirla con corazón recto y decidida entrega. Aunar en su persona las obras y la Fe como instrumentos al servicio de Cristo y de su Iglesia (Rovirosa, OC, T.V. 427).
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