“Recibo, efectivamente, como un don precioso… esta Cuaresma de la HOAC… En un mundo lleno de gritos, de cobardía, de odio, de tedio, la Cuaresma me invita a la penitencia, a la entrega generosa, a la locura de la Cruz, a aceptar las tinieblas de la vida de mi HOAC… La Cuaresma me habla de soledad, de ayuno, de desierto… es verdad que, al percibir como se desvanecen cosas que hasta ahora para mí tenían cierto prestigio, y al ver cómo personas, que me parecían enteras, flaquean… por satisfacer su vanidad, la invitación al desierto me seduce y me cautiva… Real y fuertemente, Señor, nos quieres Santos a los hoacistas…” (Rovirosa. “Cuaresma”. Militantes Obreros. Boletín 28).
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