En una civilización paradójicamente herida de anonimato y, a la vez, obsesionada por la vida de los demás… la Iglesia necesita la mirada cercana, para contemplar, conmoverse, y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario… Tenemos que darle a nuestro caminar el ritmo sanador de projimidad, con una mirada respetuosa y llena de compasión pero que al mismo tiempo sane, libere y aliente a madurar en la vida cristiana (EG 169).
Ver más oraciones aquí.
Para saber cómo bajar este documento, imprimir, etc. ver:
“Cómo descargar documentos en nuestra web”