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Mariléa Damasio, Secretaria General del MMTC: «Debemos responder a la inseguridad y falta de derechos de los trabajadores»

22 febrero 2016 | Por

Mariléa Damasio, Secretaria General del MMTC: «Debemos responder a la inseguridad y falta de derechos de los trabajadores»

Abraham Canales y José Luis Palacios • Ver llorar a una mujer por la muerte de su hijo debido a la falta de saneamiento en la favela donde vivía, la convirtió en activista vecinal. Asistir a la injusticia diaria en su empleo, la convenció de trabajar con el Movimiento de Trabajadores Cristianos de Brasil. Así es la nueva secretaria general del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC), una mujer a la que el dolor ajeno no deja indiferente.

La entrevista se produce un año después de su nombramiento y de paso por nuestro país para acudir al Consejo Internacional de los trabajadores cristianos del mundo que se ha celebrado en Ávila. Desde muy joven, vive dedicada a la familia, el trabajo y la Iglesia. Ahora, está implicada «en cuerpo y alma» a una tarea que considera que va más allá del puesto técnico que ocupa.

¿Cuál ha sido su trayectoria vital antes de encargarse de la secretaría general del MMTC?

He estado durante 20 años organizando la vida de la favela, porque no había centro de salud, no había saneamiento, no había escuelas, al tiempo que trabajaba para la Acción Católica Obrera, hoy denominado Movimiento de Trabajadores Cristianos. Siempre he trabajado con la comunidad, todas las reflexiones y todas las acciones las hacíamos conjuntamente. A mí me ha ayudado mucho la revisión de vida que me transmitió la JOC. Fue fundamental para entender a mi madre y a mis padres y poder criar a mis cinco hermanos.

En 2001 dejé la favela, mi hermano cayó enfermo y tuve que pensar si me iba a estudiar a Suiza, con una beca, o ayudar a mi familia. Me quedé, mi padre había muerto tras una acción violenta que sufrió, y luego enfermó mi hermano. Además, el trabajo en la favela se complicó, empezó la violencia con la droga. Cuando una ha luchado tanto por la vida, esa situación te supera. No podía hablar, no podía hacer mucho y mi hermano, que estaba mejor, necesitaba una casa mejor, más salubre. En 15 días, conseguí que el gobierno nos diera una casa fuera.

El MMTC de Brasil siempre me ha respaldado y cuando, por tercera vez, me propusieron asumir la responsabilidad en el movimiento mundial, no pude negarme. La última propuesta me llegó en un momento en que le preguntaba a Dios qué quería para mi vida. Desde luego que lloré mucho, pensando en todo el camino que había recorrido. ¿Por qué yo? Hablé con mi familia, con los militantes, con mi marido, con mi madre. A mi madre no le gustaba nada que tuviera que viajar, pero ella me dijo que si era lo que Dios quería tenía que hacerlo.

Transcurrido un año desde su nombramiento, ¿qué visión tiene de la organización?

Al llegar a la secretaría general pensé, ¿dónde me he metido? Empecé en enero de 2015, junto con Betina Beate que se quedó hasta junio para facilitar la transición. Todavía estoy conociendo la organización. No es lo mismo la visión desde la base que la que percibes cuando estás en la estructura. Lo que he podido descubrir es la fragilidad del movimiento, sobre todo en su base. Si la base es frágil, toda la organización lo es. Uno de los grandes desafíos es ayudar a organizar los continentes, los movimientos de cada país y ver qué están haciendo por los trabajadores.

¿Cómo valora la situación actual del trabajo en todo el mundo?

Antes hablábamos de América Latina y África, hoy hablamos de la dificultad de todos los trabajadores en todos los continentes. Recuerdo la ayuda de las organizaciones de trabajadores más conscientes de Europa a los trabajadores de América Latina. América Latina ha mejorado algo la vida de esos trabajadores, tuvo gobiernos de izquierdas, cambió algo el cuadro general en el que vivíamos, al tiempo que los trabajadores en Europa comenzaron a sufrir. El desempleo en Europa es enorme, sobre todo, en los jóvenes. América Latina corre el riesgo de perder lo que había avanzado. Las fuerzas económicas son muy fuertes y está haciendo todo lo posible por destruir las conquistas de los años 80 y 90.

¿Se nota el impulso que el papa Francisco está dando a la Iglesia en todo el mundo?

Hubo un momento en que no sabíamos qué hacía la Iglesia, dónde estaba. Muchos sacerdotes solamente se dedicaban a rezar y rezar, olvidándose de hacer. Francisco dice ahora todo lo que veníamos diciendo sobre atender a la vida humana. No podemos dejar de lado la vida de las personas. La pregunta es cómo hacer esto ahora. En Brasil, es verdad, la Iglesia evangelista es muy fuerte y están trabajando en una línea bien distinta. Ahora el Papa está dando un impulso muy fuerte para que la Iglesia salga de sí misma. Él no condena, al contrario, promueve la misericordia. Como MMTC tenemos el compromiso también de llevar y hacer realidad las palabras del papa Francisco. Es una gran oportunidad. Un reto son los consiliarios que deben trabajar con la base. En muchas parroquias hay grandes celebraciones en las que no se habla de la vida. Sabemos que no podemos resolver todo, pero podemos retomar los caminos que hagan que la base crezca.

¿Es una oportunidad el pontificado actual para los movimientos de trabajadores cristianos?

Lo que yo he vivido desde mi adolescencia es esa misión de la que habla Francisco. Muchos movimientos de trabajadores cristianos se sienten más reconocidos. El papa Francisco es la llave maestra para mostrar esa Iglesia que tiene un compromiso con los más excluidos y es también un impulso para continuar avanzado en el acercamiento a la vida de los trabajadores que padecen la injusticia.

EL MMTC ha participado en los dos encuentros mundiales de movimiento populares. Uno de nuestros grandes deseos es impulsar la misión de la Iglesia en el mundo y ahí el MMTC tiene un papel muy importante. Tenemos ya un documento que reconoce nuestro movimiento como una organización de la Iglesia. Hemos estado en el Vaticano hablando de nuestro papel, de nuestra misión, de la necesidad de una base fuerte que pueda estar presente en el mundo del trabajo. Somos Iglesia y ahora, con este Papa, tenemos que vivir juntos la misión. La puerta está abierta para seguir dialogando sobre estos asuntos y llegar a compromisos. Pero será el trabajo del día a día lo que defina el alcance de nuestra acción. Debemos luchar por una vida con justicia para todos.

¿Qué retos considera más importantes para la organización internacional?

El primer paso es formar un equipo de trabajo con los coordinadores continentales regionales. Debemos ver qué hacemos y por qué lo hacemos. El equipo anterior hizo un gran trabajo de reorganización y el equipo de ahora debe reforzar la coordinación internacional. Es verdad que los continentes son muy grandes, pero ahora con los vuelos en avión en dos o tres horas cambias de país. Con tiempo y con planificación se puede lograr. Y es muy importante que la coordinación de cada zona tenga compromiso con la base y promueva acciones concretas. La secretaría general debe impulsar esa coordinación y estar pendiente de establecer los cauces adecuados.

Ahora, con las nuevas tecnologías, tenemos muchas herramientas a nuestra disposición. Debemos reforzar la formación de los implicados, mediante acciones pensadas para eso y finalmente reforzar la estructura de coordinación. El trabajo a realizar es un trabajo en grupo, en equipo.

De cara a la próxima asamblea mundial de julio de este año, ¿cuáles son sus expectativas?

En el consejo de 2015 se decidió hacer la Asamblea en España, con el apoyo de la HOAC, que hará de anfitriona. Será algo diferente de las anteriores, porque se reduce el número de personas que van a participar, será más operativa. Tenemos que ver qué podemos hacer como movimiento para ayudar a paliar la situación de total inseguridad y de falta de derechos que viven los trabajadores. Otra de mis preocupaciones es el ataque contra las organizaciones de trabajadores y el descrédito de los partidos políticos, junto con la gran violencia que sacude al mundo y está golpeando a los más débiles. El desempleo es también violencia. Debemos pensar que Dios nos ha colocado junto a los trabajadores. Sin sindicatos que nos organicen, sin partidos que nos representen y en los que confiar, con movimientos sociales débiles y con los jóvenes en desempleo, ¿cómo podemos cambiar la situación?

¿Se plantea la interlocución con el sindicalismo mundial, con la Confederación Mundial Sindical?

Es importante entablar relaciones de alto nivel. He asistido a reuniones internacionales centradas en el trabajo, donde en realidad la voz de los trabajadores estaba representada por ONG y no por los sindicatos. El MMTC, por ejemplo, en muchos foros internacionales es considerado una ONG, cuando no somos exactamente eso. Nuestra misión es ayudar a formar la sensibilidad de los trabajadores en todo el mundo y hacer entender que el trabajo es fundamental para el desarrollo. Cuando hablamos de la pobreza infantil, debemos pensar en las madres y los padres que no tienen trabajo, o tienen un trabajo insuficiente. Tenemos militantes de base que están en sindicatos, que tienen relación con ellos. No solo es labor mía como secretaria general, sino también de todos los miembros del MMTC. Los sindicatos son muy importantes en la vida de los trabajadores, son imprescindibles para cambiar la situación actual de explotación, de pérdida de derechos, de destrucción de las redes de apoyo de las familias trabajadoras.

¿Qué características le gustaría aportar al movimiento?

Me gustaría un movimiento más enérgico y más firme desde la sencillez y la tranquilidad, trabajando siempre en grupo. Las bases tienen que sentir que el movimiento está unido y está preocupado por sus vidas. La palabra mundial suena muy distante y debemos reducir esa distancia para crear una herramienta real de solidaridad entre los trabajadores de todo el mundo.

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