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Nosotros los pueblos… pasamos a la acción

14 enero 2016 | Por

Nosotros los pueblos… pasamos a la acción

Araceli Caballero | La cumbre de París sobre cambio climático terminó el 12 de diciembre, un día después de lo previsto, con un estallido de euforia por parte de los reunidos por los acuerdos alcanzados. Las campanas al vuelo anunciaban la buena nueva de un compromiso universal (lo asumen 195 países) contra el cambio climático. Esa es la parte buena (muy buena), el consenso sobre que la acción humana está detrás del calentamiento global y que el aumento de 2ºC de la temperatura del planeta respecto a la era preindustrial es la línea roja que marca el precipicio.

La cosa se pone menos euforizante si pasamos de los titulares a la letra. Para empezar, lo de «compromiso» va entre comillas, porque lo acordado es «mantener el incremento de la temperatura media global de la Tierra bastante por debajo de 2ºC y hacer esfuerzos para limitarla a menos de 1,5ºC respecto a niveles preindustriales…». Ni se concreta qué se hará para contenerla ni cuáles serán los esfuerzos. Es significativo que ni se mencionan los combustibles fósiles, primeros «culpables» del problema. Nada de apuesta firme por energías limpias (a lo peor creen, como en Woodland, Carolina del Norte, que los parques solares podrían absorber toda la energía del sol, «impidiendo a las plantas realizar la fotosíntesis»).

En cuanto a plazos, el texto dice, literalmente, «lo antes posible». En 2020 se revisará como va el cumplimiento pero, ¿qué se revisa sin indicadores concretos? Además, si no se cumple, no pasa nada, puesto que no se prevén sanciones. Como dijo Naomi Klein en la cumbre alternativa, «los acuerdos comerciales tienen dientes, los climáticos no». Y un punto esencial: aunque el cambio climático afecta a quienes no se han beneficiado del desarrollo que lo causa, no habrá ningún tipo de indemnización a quienes sufren las consecuencias sin haber disfrutado de las causas.

No se trata de minimizar la importancia de lo conseguido, sino de poner las cosas en su sitio; es decir, en nuestras manos. Otros lugares comunicativos ofrecen informes y análisis para informarse y entender (por ejemplo, en el blog de Ecologistas en Acción). Aquí lo que intentamos es provocar cambios que mejoren la vida, especialmente de quienes sufren la historia.

El cambio comienza por asumir que no hay cumbre ni llano que nos releve de nuestras responsabilidades a nosotros los pueblos, el sujeto de la Carta de Naciones Unidas. Si queremos que las vaguedades del acuerdo se concreten, apostemos por el ahorro energético y las energías limpias: no utilizar más electricidad ni hidrocarburos de lo estrictamente necesario (¡ojo con el coche!), no solo en luces y calefacciones, sino también mirando el coste energético de los productos y servicios que consumimos; retirando nuestro apoyo a las grandes compañías eléctricas, a favor de otras alternativas más sanas y democráticas (Noticias Obreras nº 1.555, enero 2014), y con políticas energéticas adecuadas, que en nuestro caso se plasma en votar cuando toca a quien tales políticas promueve, y en exigir a los votados (esto toca siempre).

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