Quiero decirte hoy, amigo, la necesidad que tenemos de repetirnos, con cada respiro, un aleluya. Aunque tal respiro sea un sollozo. Alegrémonos, hermanos, que hay de qué hacerlo… La razón de nuestra vida cristiana, de nuestra fe en la eternidad y en la vida futura, encuentra su máxima justificación en la Resurrección de Cristo. Y en Él descansa también la esperanza que tenemos, en la vida de aquí abajo… Y hoy, Dios se levanta para hacer Justicia. ¡Aleluya! (Rovirosa. Militantes Obreros. OC. T. V, págs. 429-432)
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