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“La Iglesia no puede cerrar los ojos ante la lacra social del desempleo”

06 mayo 2015 | Por

“La Iglesia no puede cerrar los ojos ante la lacra social del desempleo”

Alrededor de 500 personas participaron durante la tarde del pasado viernes, 1 de Mayo, en la marcha y la eucaristía celebradas, con ocasión del Día Internacional del Trabajo y la festividad de San José Obrero, en el marco del tercer encuentro diocesano de la Acción conjunta contra el Paro en Sevilla.

Convocados bajo el lema “Ante el parado, activa tu conciencia”, los asistentes -procedentes en su mayor parte de comunidades parroquiales, movimientos e instituciones eclesiales- se fueron concentrando desde antes de la 7 de la tarde en la Glorieta Primero de Mayo, en Amate, para marchar, bajo un clima de silencio y recogimiento que se mantuvo durante todo el recorrido, hasta la parroquia de la Anunciación de Nuestra Señora y San Juan XXIII, en la barriada de Juan XXIII.

La marcha, encabezada por representantes de las delegaciones, instituciones y movimientos convocantes -delegaciones diocesanas de Pastoral Obrera, Migraciones y Pastoral Social, Cáritas Diocesana, CONFER, Fundación Cardenal Spínola de Lucha contra el Paro, HOAC, Hermandades del Trabajo, Movimiento Cultural Cristiano y Movimiento de los Focolares-, discurrió a través de las calles de la barriada, con diversas paradas en las que se denunció, mediante cifras y testimonios, la situación de desempleo que azota a personas, familias, barrios y pueblos.

Denuncia, testimonio y oración

Durante el trayecto, junto al director de Cáritas Diocesana, Mariano Pérez de Ayala, que abrió la marcha recordando el sentido de la convocatoria como una “toma de conciencia y de compromiso de la Iglesia de Sevilla con el sufrimiento de las personas que padecen el paro”, tomaron la palabra miembros de las parroquias de Nuestra Señora de la Candelaria, Nuestra Señora del Carmen de Su Eminencia, Santa Teresa y la Anunciación, que denunciaron la gravedad de una situación de desempleo que afecta, con especial virulencia, a los barrios y sectores socialmente más débiles. Los intervinientes se refirieron, en este sentido, a las personas con más bajos niveles de formación, a los jóvenes y a los inmigrantes; denunciaron la persistencia de la situación –“en estos barrios hay personas que no saben lo que es un contrato de trabajo”, subrayaron-; y recordaron la situación desesperada de las familias atendidas por las Cáritas parroquiales, “víctimas de la falta de trabajo y de recursos, de los desahucios, familias que deben recurrir a los enganches de luz, a las colas por los alimentos o al servicio de desayuno para los niños antes de ir al colegio”, denunciaron.

Junto a ellos, María, de 26 años, ingeniera agrónoma actualmente en paro, ilustró la gravedad de la situación de desempleo juvenil a través del testimonio de su propia experiencia como desempleada: “el momento en que te dicen un día que te quedas sin trabajo, el paso de la confianza al desánimo y a la incredulidad, al sentimiento de inutilidad, de sentirte improductiva y culpable porque piensas que, quizás, podías haber hecho las cosas mejor”, describió en medio del silencio de los asistentes.

Bajo el clima de oración que acompañó las intervenciones en cada parada, los participantes tuvieron también un momento de recuerdo para los migrantes muertos en aguas del Mediterráneo.

“No queremos cerrar los ojos ante esta lacra”

La eucaristía, celebrada en un templo abarrotado, estuvo presidida por el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo Pelegrina, y fue concelebrada por una veintena de sacerdotes; entre otros, el vicario de Sevilla ciudad 2, Rafael Muñoz Pérez; el vicario de la zona Oeste y delegado episcopal en Cáritas Diocesana, Eduardo Vera Martín; y el director del departamento de Pastoral Obrera de la CEE, Fernando Díaz Abajo.

En su homilía, monseñor Asenjo, que rememoró la institución, hace 60 años, por el papa Pío XII de la festividad de San José Obrero, denunció con contundencia “la actual y fatal realidad de paro omnipresente en nuestras parroquias, pueblos y comunidades”, así como “los vicios estructurales que, bajo la apariencia de modernidad, mellan hoy la dignidad de los trabajadores”. En este sentido, el arzobispo se refirió “a los jóvenes que no encuentran empleo”, “a los que cuando lo encuentran han de trabajar de sol a sol, con contratos precarios y abusivos, con escasos salarios que les impiden mirar el futuro y formar un familia”, “a las familias con todos sus miembros en paro” o “a los hermanos y hermanas que mueren cada año en el tajo, víctimas de un liberalismo a ultranza y sin entrañas”. “Qué lejos esta realidad de lo que el papa Benedicto XVI llamaba un trabajo decente”, se lamentó, para denunciar, en palabras del papa Francisco, “la economía de la exclusión y la iniquidad, esta economía que mata, en la que todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, en la que el poderoso se come al débil”.

“Nuestra Iglesia diocesana no quiere cerrar los ojos a las consecuencias terribles de la crisis, de la lacra social del desempleo, que deteriora a la sociedad y humilla a los trabajadores”, añadió. “La fe nos obliga a comprometernos en la construcción del Reino de Dios, que nos  llama a responder, iluminar y transformar las estructuras que impiden y dificultan su llegada”.

Finalmente, el prelado recordó el sentido de la Acción contra el Paro, prioridad pastoral de la diócesis, como “camino de reflexión, sensibilización y acción misionera”; y alentó a todos a “seguir luchando, a caminar de la mano con un fuerte sentido de comunión, garantía de servicio a los pobres y a los que sufren, a desplegar toda nuestra creatividad para generar no sólo remedios paliativos, sino alternativas de trabajo decente y soluciones eficaces y duraderas para tantos hermanos nuestros privados del derecho al trabajo”.

Comunicado final

El tercer encuentro diocesano concluyó con la lectura de un comunicado final en el que los convocantes reafirman el compromiso eclesial ante “la ingente tarea de hacer posible un trabajo decente y de realizar las transformaciones estructurales, porque lo que está en juego es la dignidad de la persona y la suerte de los pobres”.

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