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Atmósferas respirables. Mi marido me pega lo normal

27 marzo 2015 | Por

Atmósferas respirables.  Mi marido me pega lo normal

Araceli Caballero | Casi el 80% de la población española respiramos un aire que, según los parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es insano. Y no es un problema tipycal spanish: la Comisión Europea calcula que 400.000 personas fallecen en la Unión Europea (UE) cada año por esta causa. Hay otras clases de contaminación atmosférica que no están en las nubes, sino bien a ras de tierra: las que envenenan las relaciones. También producen muertes. Por ejemplo, en la década pasada una media de 70 mujeres fueron asesinadas en España por violencia de género. Es sólo un dato, pero es todo un dato.

El diccionario de la Academia informa de que «violencia» es la «cualidad del violento», lo que resulta poco informativo (se ve que tenían día moebius). La wikipedia, construida de forma más cooperativa, afina y concreta: es un tipo de interacción que se manifiesta en conductas o situaciones que provocan daño o sometimiento grave (físico, sexual, verbal o psicológico) a un individuo o a una colectividad, o los afectan de tal manera que limitan sus potencialidades presentes o las futuras.

La cuestión es quién decide que algo afecta o no. A finales de enero se publicó una encuesta del CIS y la Secretaría de Estado de Igualdad que revelaba que uno de cada tres jóvenes considera normal controlar a su pareja, dictándole qué puede hacer y qué no, si puede estudiar o trabajar, cómo relacionarse con su familia, con quién quedar, cómo vestirse, etc. Por si alguien lo dudara, quien controla es hombre (chico, adolescente) y la controlada es mujer (chica, adolescente). Si preocupante es el dato absoluto, lo es más que la cosa va a peor: el 32% de las chicas tolera la violencia de control frente al 29% de las mujeres en general, mientras que el 34% de los chicos que la encuentra normal representa cuatro puntos más que el conjunto de los hombres de todas las edades.

Normal, ese es el quid de la cuestión. Preguntados por la violencia machista, más del 97% la rechaza. ¿Cómo puede considerarse normal controlar la vida de otra persona? Lo hacemos continuamente, y no solo en lo que se refiere a la violencia de género. Es un mecanismo que tenemos las sociedades para aceptar lo inaceptable. Es el azúcar que Mary Poppins le pone a la medicina. Es la violencia cultural; es decir, los elementos simbólicos (lengua, arte, religión, ciencias, etc.) que justifican o legitiman las violencias directa y estructural. Por ejemplo, utilizar las diferencias biológicas para justificar desigualdades en términos de derechos entre hombres y mujeres, de manera que parezcan normales, naturales, cuando en realidad son construcciones sociales y culturales. Ya saben: «mi marido me pega lo normal», como tan acertadamente tituló Miguel Lorente su libro sobre agresiones a las mujeres.

La violencia se produce a través de acciones y palabras, y también de silencios e inacciones. Exactamente por los mismos medios que se construye un ecosistema que genera relaciones sanas, sin violencia machista, sin ningún tipo de violencia.

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