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El obispo de Ciudad Real con los trabajadores de Elcogas

06 octubre 2014 | Por

El obispo de Ciudad Real con los trabajadores de Elcogas

En su carta pastoral del  5 de octubre de 2014, el obispo de Ciudad Real y responsable de la Pastoral Obrera, Antonio Algora, comentaba el conflicto de la central térmica de ciclo combinado de Elcogas, en la que trabajan 300 familias y de la que dependen también un buen número de empresas auxiliares de la comarca. Por su interés reproducimos aquí la misiva dirigida a todos los fieles de la diócesis.

Decir a Dios lo que está pasando…

05/10/2014

Celebraremos el próximo viernes, día 10, la fiesta de santo Tomás de Villanueva, nacido en Fuenllana, cerca de Villanueva de los Infantes, uno de los tres grandes santos del siglo XVI nacidos en nuestra provincia, y que fue Arzobispo de Valencia. Vivió y murió pobre, pues había regalado el camastro donde entregó su alma a Dios. Su mucha oración lo llevó al amor a todos.

Este curso, en el que nos hemos puesto como programa la Oración en el contexto de la trasmisión de la fe en la familia y en la juventud, no podemos olvidar que una de las garantías de la verdadera oración cristiana es el amor que Dios tiene a la Humanidad. Será necesario seguir la advertencia del papa Francisco cuando nos dice: «La Iglesia necesita imperiosamente el pulmón de la oración, y me alegra enormemente que se multipliquen en todas las instituciones eclesiales los grupos de oración, de intercesión, de lectura orante de la Palabra, las adoraciones perpetuas de la Eucaristía. Al mismo tiempo, “se debe rechazar la tentación de una espiritualidad oculta e individualista, que poco tiene que ver con las exigencias de la caridad y con la lógica de la Encarnación”. Existe el riesgo de que algunos momentos de oración se conviertan en excusa para no entregar la vida en la misión, porque la privatización del estilo de vida puede llevar a los cristianos a refugiarse en alguna falsa espiritualidad» (Evangelii gaudium, 262).

Y, más adelante, en el n.º 281, nos advierte: «Hay una forma de oración que nos estimula particularmente a la entrega evangelizadora y nos motiva a buscar el bien de los demás: es la intercesión. Miremos por un momento el interior de un gran evangelizador como san Pablo, para percibir cómo era su oración. Esa oración estaba llena de seres humanos: “En todas mis oraciones siempre pido con alegría por todos vosotros […] porque os llevo dentro de mi corazón” (Flp 1, 4.7). Así descubrimos que interceder no nos aparta de la verdadera contemplación, porque la contemplación que deja fuera a los demás es un engaño».

Deberemos, pues, estar atentos a lo que está pasando, para que nuestra oración nos lleve a identificarnos personalmente con Jesucristo que se encarnó, que se metió en la espesura de la historia humana. Acudo de nuevo a la autoridad del Catecismo n.º 2602: «Jesús se retira con frecuencia en soledad a la montaña, con preferencia por la noche, para orar (cf Mc 1, 35; 6, 46; Lc 5, 16). Lleva a los hombres en su oración, ya que también asume la humanidad en la Encarnación, y los ofrece al Padre, ofreciéndose a sí mismo. Él, el Verbo que ha asumido la carne, comparte en su oración humana todo lo que viven sus hermanos (Hb 2, 12); comparte sus debilidades para librarlos de ellas».

Vivimos en unos momentos de especial dificultad que dibujan un futuro muy negro para nuestra provincia. La experiencia de Almadén nos dice lo que pasa cuando la actividad laboral principal se cae. Puertollano está pendiente de un hilo si se derrumba, con el cierre de Elcogas, parte o toda la producción de energía. Las fluctuaciones de los mercados internacionales se vuelven una amenaza para la producción agrícola y ganadera… y, en la misma dirección, la crisis les impide a nuestros jóvenes encontrar puestos de trabajo en nuestra tierra, teniendo que emigrar, con todo lo que lleva consigo de desarraigo e indefensión. Los empobrecidos van a seguir teniendo menos ayudas para resolver sus necesidades primarias.

Necesitamos, pues, de la oración. «Jesucristo lleva a los hombres en su oración, ya que también asume la humanidad en la Encarnación, y los ofrece al Padre, ofreciéndose a sí mismo».

Vuestro obispo,

† Antonio.

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