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Top manta: una marca para dignificar la venta ambulante

10 octubre 2017 | Por

Top manta: una marca para dignificar la venta ambulante

Aziz Faye | El Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona nació para defenderse de la persecución, la discriminación y el racismo en octubre de 2015. Pero también para buscar un trabajo legal que nos es negado por las vías habituales. El «Top manta» quiere convertirse en una marca de prestigio identificada con la ética, la solidaridad y lo colectivo.

Los intentos del ayuntamiento de la capital catalana por ordenar una actividad mal vista por algunos comerciantes y vecinos, más los encontronazos durante las persecuciones constantes (Mor Sylla murió tras caerse de un tercer piso en Salou (Tarragona) cuando huía de los mossos d’esquadra), allá por el verano de 2015, sacaron a la luz el complicado modo de vida que hemos encontrado personas inmigrantes, la mayoría originarios de África en situación irregular, para abrirnos paso.

No somos los responsables del declive del pequeño comercio, sino los centros comerciales y las multinacionales. No somos violentos, solo tratamos de ganarnos la vida honradamente, sin tener que robar o vender droga. Calculamos que hay unos 300 o 350 manteros en Barcelona que llevamos entre 10 y 15 años viviendo aquí. Por eso decimos: «sobrevivir no es delito».

Juntos somos más fuertes. Vivimos juntos y trabajamos juntos. Cuando alguien llega de nuevas, se le abren las puertas de la casa, se comparte la comida con esa persona y se le guía para dar con una manera de ganarse la vida y poder aportar para cubrir los gastos. Así se mantiene la cadena de solidaridad.

En el sindicato todos somos uno, cuando hace falta apoyo. Un grupo más pequeño nos encargamos de hacer de portavoces y sacar el trabajo diario. Nos reunimos una vez al mes para evaluar la situación en la calle, tomar decisiones, consensuar nuestro punto de vista y hacer propuestas. Salir adelante con la venta en la calle cuando no se tienen todos los papeles no es sencillo. Las leyes implican multas, confiscaciones, detenciones, a veces agresiones y, por si fuera poco, antecedentes que nos impiden regularizar nuestra situación administrativa. El delito contra la propiedad intelectual se castiga duramente.

El ayuntamiento barcelonés primero intentó habilitar un espacio urbano donde concentrar nuestra actividad y luego promovió planes de ocupación y una cooperativa. Pero el número de puestos es muy limitado. Son avances pero queda mucho por hacer.

No queremos limitarnos a denunciar el abuso y la persecución policial, sino que queremos promover proyectos para encontrar salidas dignas. Nuestra marca «Top manta» es un primer paso. Con ella evitaremos que nos acusen de atentar contra la propiedad industrial y podremos dejar de colaborar con las grandes corporaciones que no respetan los derechos humanos.

De momento, es un estampado para el merchandising que hemos utilizado ya en camisetas y bolsas. Vamos ya por el tercer pedido, desde que lo lanzamos en verano. El logo tiene tres significados: la manta en la que colocamos la mercancía; el cayuco en el que tenemos que viajar al haberse cerrado las vías legales para salir de nuestros países, donde el colonialismo sigue vigente aunque se haya cambiado de formas; y el mar, como representación de todas las dificultades que vivimos tanto en nuestros países como en Europa. La imagen está creada por nosotros con la ayuda de un diseñador gráfico que la ha convertido en un logo que podemos reproducir en los productos.

Nuestro sueño es convertirlo en un sello que acompañe productos nuevos, diseñados y fabricados por nosotros mismos a través de una gran cooperativa que pueda ofrecer trabajo digno a todos los manteros. Vamos a necesitar sensibilización y formación para ello. Estamos en conversaciones con empresas de serigrafía y de productos textiles para que nos ayuden y con otros colectivos que en un futuro podrían hacernos encargos. También queremos editar libros sobre la cultura africana para reforzar nuestra identidad y nuestros vínculos y así dar a conocer la historia de explotación que todavía padecen nuestros países. De momento, compartimos una tienda en El Raval con la editorial «Veus amb veu» con cuya colaboración podremos ir publicando obras que creamos interesantes.

Esperamos que en el futuro se comercialicen también nuestros productos por nuestros compañeros de Bilbao, Madrid, Málaga y Valencia. Tenemos un ritmo diferente a los europeos, no tenemos prisa. Queremos hacerlo bien. Seguiremos denunciando la persecución y el racismo pero también buscando soluciones creativas y solidarias para encontrar salidas laborales dignas.

Coordinación estatal

Las diversas asociaciones que agrupan a las personas inmigrantes en situación irregular dedicadas a la venta ambulante en las ciudades de España intentan coordinarse, pero la fragilidad de sus organizaciones así como la vulnerabilidad personal en la que se encuentran son grandes impedimentos.

El pasado mes de julio, en Madrid tuvo lugar el I Encuentro de Manteros con integrantes del Sindicato de Manteros y Lateros de Madrid y Asociación Sin Papeles de Madrid (ASPM), el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona (SPVAB), el Sindicato Popular de Personas Manteras Mbolo Moye Doole de Bilbao, la Asociación Inmigrantes Valencia, Manteros de Málaga y el colectivo Kwanzaa. Coincidían en señalar que «el racismo institucional nos condena a la manta», como podía leerse en una de las pancartas colgadas en la sala donde se había organizado una mesa redonda.

Sus reivindicaciones compartidas son claras: acabar con las ordenanzas municipales que implican multas económicas que les convierten en deudores de la administración, cambiar la duras penas que el Código Penal impone por atentar contra la propiedad intelectual y la propia Ley de Extranjería para que, tras demostrar tres años de estancia y arraigo en nuestro país, puedan acceder al permiso de residencia y de trabajo.

El Ayuntamiento de Madrid mantiene abierta la interlocución con el colectivo y estudia crear una tarjeta de ciudadanía para las personas sin papeles que demuestren el arraigo, pero según denuncian los afectados, la presión policial, especialmente de los agentes municipales encargados de velar por el cumplimiento de las ordenanzas, va en aumento.

La administración de la capital catalana ha anunciado un plan contra la saturación del espacio en el centro que muy probablemente empujará a los vendedores ambulantes a despejar las aceras. También prevé crear la figura del gestor de conflictos para mediar entre los vecinos y comerciantes de un lado y los manteros por otro. En otras ciudades, se nota menos la presión, lo que no quiere decir que no haya episodios aislados de maltrato o agresiones a los manteros.

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