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Sindicatos: justicia juntos, con los excluidos

14 septiembre 2017 | Por

Sindicatos: justicia juntos, con los excluidos

En un mensaje al congreso del sindicato italiano CISL, el pasado 28 de junio, el papa Francisco recordaba que «sindicato es una hermosa palabra» que viene del griego dike (justicia) y syn (juntos). Sindicato es, pues, «justicia juntos». Pero, «no hay justicia juntos si no es con los excluidos».

En vísperas del 7 de octubre, Jornada Mundial por el Trabajo Decente, conviene subrayar la importancia decisiva de los sindicatos para este empeño fundamental por el trabajo decente como prioridad social. Francisco insiste incansablemente en la dignidad del trabajo y en lo esencial que es, para las personas y para la sociedad, el trabajo en condiciones dignas. En su mensaje al sindicato italiano ha subrayado, siguiendo la tradición de la Doctrina Social de la Iglesia, la imprescindible labor de los sindicatos: «No hay una buena sociedad sin un buen sindicato». Pero, «no hay un buen sindicato que no renazca todos los días en las periferias, que no transforme las piedras descartadas por la economía en piedras angulares».

Una vez más, el Papa ha insistido en el valor del trabajo y en la necesidad de hacer posible lo que está llamado a ser para el bien de las personas y de la sociedad: «El trabajo es una forma de amor cívico… un amor verdadero, auténtico, que nos hace vivir y sacar adelante el mundo». El trabajo como donación y cooperación para construir y cuidar la casa común y la familia humana que la habitamos. Eso es el trabajo decente. Ahí sitúa Francisco la preciosa labor de los sindicatos y señala dos desafíos fundamentales en su servicio al bien común: la profecía y la innovación.

Profecía. «El sindicato es una expresión del perfil profético de una sociedad… nace y renace cada vez que… da voz a los que no la tienen, denuncia al pobre “vendido por un par de sandalias” (Amós 2, 6), desenmascara a los poderosos que pisotean los derechos de los trabajadores más vulnerables, defiende la causa del extranjero, de los últimos, de los “descartes”… En nuestras sociedades capitalistas avanzadas el sindicato corre el peligro de perder esta naturaleza profética y de volverse demasiado parecido a las instituciones y a los poderes que, en cambio, debería criticar».

Innovación. Conjugar bien la defensa de los derechos de los trabajadores con empleo y, sobre todo, la defensa de los «derechos de quienes no los tienen, los excluidos del trabajo» y los precarios. «Vivir las periferias puede convertirse en una estrategia de acción, en una prioridad del sindicato de hoy y de mañana».

Ambas cosas, profecía e innovación, son la vocación central de los sindicatos. Son desafíos para ellos, pero también para trabajadores y trabajadoras, que necesitamos sindicatos así. Son también una llamada a la Iglesia y los cristianos. Lo que dice el papa Francisco –que, insistimos, no hace sino continuar la tradición de la DSI, singularmente en lo planteado por san Juan Pablo II y Benedicto XVI, tanto sobre el trabajo decente como sobre el sindicalismo–, nos llama a: redoblar el empeño por el trabajo decente, crecer en el aprecio a los sindicatos, avanzar en el diálogo sincero con el movimiento sindical y en la implicación en su labor, desde la perspectiva de su renovación, para que sea un poco más «justicia juntos», con los excluidos.

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