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Unas fiestas hondas y sencillas

25 diciembre 2015 | Por

Unas fiestas hondas y sencillas

Ana Fernández Soto | Cuando se acercan las fechas navideñas nos pueden asaltar distintos interrogantes acerca de cómo lo vamos a afrontar. A veces, podemos pensar en la pereza que nos da, incluso el horror que nos provoca todo el movimiento accesorio e innecesario que planea a nuestro alrededor: compras, más compras, gente, mucha gente, ruido, luces, prisas, gastos…

Otras veces, podemos plantearnos intentar vivir unas Navidades algo más coherentes con nuestros principios cristianos, pero normalmente no sabemos por dónde empezar, y además, está la presión social, la familiar… al final nos puede asaltar una sensación de malestar de la que es difícil deshacerse.

Nos podemos encontrar con una Navidad «comercial» en nuestra propia vida, en nuestra propia casa, algo que ni siquiera nos habíamos planteado y que nos ha arrastrado como un tsunami. Pero, ¿por dónde podemos empezar si queremos generar un cambio? En este artículo vamos a plantearte una serie de consejos prácticos que te pueden ayudar a vivir una Navidad más plena y coherente con un estilo de vida cristiano y en el que el centro esté en un consumo justo y responsable.

Apaga la televisión: en estos días, cada vez antes, en los que la publicidad nos bombardea, es momento de hacer silencio. Silencio para meditar, para pararse un rato a pensar en lo que queremos hacer y cómo queremos hacerlo. Para cambiar unos hábitos y rutinas que probablemente llevamos haciendo toda la vida y actuar de forma consciente, sin dejarnos llevar, es necesario desconectar y buscar ratos de silencio y ratos de conversación en familia para plantear un cambio. Si hay niños pequeños en la familia, esto es especialmente importante: la publicidad infantil se dirige a ellos de forma implacable, así que si es posible, es mejor que vean canales de televisión sin publicidad o un dvd seleccionado por nosotros. Claro que si es posible que lean, mejor.

Y si nosotros podemos desconectar el móvil, aunque sea algunos momentos del día, perfecto, ¿y si nos animamos a hacerlo durante un día entero o un fin de semana?

Prepárate en Adviento: tenemos la suerte de contar con tiempo previo de preparación. Que los turrones de los supermercados, los anuncios de lotería y las luces de las calles que cada año encienden antes, no te roben este tiempo de conversión, de espera y de esperanza.

Tiempo de ocio para los niños: tantos días de vacaciones seguidos cuando no tenemos costumbre de tenerlos tanto tiempo en casa, nos puede llevar a pensar que tenemos que programar y llenar cada minuto de tiempo libre de los niños. Además, hoy día hay tantas actividades disponibles en estas fechas, que a veces no sabemos por dónde empezar. Pero es preferible que a los niños no les agobiemos con tanta actividad, démosles también a ellos tiempo de serenidad y juegos, démosles la oportunidad de que ellos descubran que la Navidad no es vértigo y ruido: sí, es alegría y tiempo de estar en familia, pero no tiene que pasar por ir al centro comercial, al cine, al circo, al zoo, al parque de atracciones, al… ¿Por qué no regalarles tiempo de esparcimiento en el campo o en un parque? Seguro que nuestros niños acostumbrados a vivir en una ciudad lo agradecerán, ya que ellos necesitan más que nadie el contacto con la naturaleza, un paseo en bici, o jugar a tirar piedras a un río o subirse a un árbol.

Los regalos: pocos, educativos o segunda mano. En este caso, la máxima «menos es más» cobra todo su sentido. Que no se nos olvide nunca (y a nuestros niños tampoco) que celebramos el nacimiento de Jesús pobre en un pesebre que vino a anunciar el Reino de Dios. En estos días, para nosotros, no tiene cabida Papá Noel, asociado a otras culturas y tradiciones y aplaudido por los grandes centros comerciales. Que no te roben la Navidad con todo su sentido cristiano. Alegría y fiesta sí, excesos y derroche no.

Haremos un gran favor a nuestros hijos si los regalos que reciben son pocos (hoy día les sobra casi de todo) y educativos, preferiblemente que no sean bélicos o de contenido violento. Que no tengan pilas ni accesorios electrónicos, ya que este tipo de juguetes normalmente duran muy poco, enseguida se rompen y acaban engrosando la gran cantidad de basura que ya de por si generamos. ¿Por qué no un buen libro, juegos de mesa, construcciones o muñecos de toda la vida? Hay tiendas como Dideco o Imaginarium que nos pueden ayudar. Si es posible, no dejes que vean los catálogos de juguetes: les crea una falsa expectativa y a nosotros nos pueden poner en una situación delicada. Cuando son pequeños, no tienen sentido del exceso, somos nosotros los que tenemos que regularles y educar su capacidad de contención.

Y si es necesario hablar con la familia próxima (abuelos, tíos, etc.) hazlo, es el momento de explicar nuestras motivaciones y hacerles entender que queremos que nuestros hijos vivan una Navidad más austera y cristiana y que no van a sufrir por ello, al contrario, les puede ayudar a aprender el valor de las cosas, el valor de compartir y de la generosidad. Piensa que ellos siempre se contentarían con mucho menos de lo que les damos.

Si por la edad en la que se encuentran, no podemos evitar tener que regalarles aparatos electrónicos, entonces podemos optar por las tiendas de segunda mano, así podemos contribuir a alargar la vida útil de estos aparatos que tanto sufrimiento y contaminación generan en otros países del mundo.

Decora tu hogar de forma sencilla y cristiana: el Belén en el centro y cuando se acerque de verdad la Navidad. Si nos quejamos de que cada vez ponen antes las luces y los turrones, ¿por qué nosotros decoramos nuestras casas a principios de diciembre? Que no te roben el Adviento. A los niños se les puede explicar que en el colegio decoran antes porque luego todos se van de vacaciones y ya no lo van a poder celebrar juntos. Además, se puede decorar tu hogar con elementos confeccionados por toda la familia: dibujos, figuras de plastilina u otros elementos, recortes de cartulinas… deja volar tu imaginación, para que al final tu hogar tenga vuestro propio sello de cómo queréis vivir la Navidad.

Compra comercio justo y solidario: tanto para las comidas familiares o para aquellos regalos que no podemos evitar realizar, opta en estas fechas por el comercio justo (un ejemplo son las tiendas de Intermón), así realizarás un gesto precioso de compartir las alegrías y las penas de los que luchan por unas relaciones comerciales justas. Opta por comercios de barrio, comida ecológica o al menos de procedencia local y de temporada, ya que además de ser más barata, genera menos contaminación y ayuda al comercio de cercanía. Si además compras con tiempo y no lo dejas para el final, evitarás colas, nervios, y prisas de última hora; además, tendrás más tiempo libre para dedicarlo a vivir la Navidad de una forma más cristiana, meditando, orando, dedicando tiempo a la familia y ayudar a los demás.

Como siempre, la coherencia al 100% es imposible y no debemos agobiarnos, poco a poco podemos ir haciendo cambios en nuestra forma de enfocar y celebrar la Navidad, sin perder de vista la alegría de celebrar el nacimiento de Jesús y todo lo que ello significa en nuestras vidas. Hagamos un hueco en nuestras vidas para que Jesús nazca también en nuestros corazones.

¿Qué dice la Iglesia?

«El hombre y la mujer del mundo posmoderno corren el riesgo permanente de volverse profundamente individualistas, y muchos problemas sociales se relacionan con el inmediatismo egoísta actual, con las crisis de los lazos familiares y sociales, con las dificultades para el reconocimiento del otro. Muchas veces hay un consumo inmediatista y excesivo de los padres que afecta a los propios hijos, quienes tienen cada vez más dificultades para adquirir una casa propia y fundar una familia», Laudato si´, 162.

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