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Ilusión y esperanza por seguir construyendo Iglesia en las periferias del mundo obrero

27 mayo 2015 | Por

Ilusión y esperanza por seguir construyendo Iglesia en las periferias del mundo obrero

José Fernando Almazán | Presidente general de la HOAC

Queridos lectores, amigas y amigos de la HOAC.

En pleno proceso de preparación de nuestra XIII Asamblea General, me piden que escriba estas líneas para valorar, con la mitad del camino ya recorrido, cómo está yendo el mismo.

Desde el lugar en que a la Comisión Permanente nos toca vivirlo y por lo que venimos viendo y escuchando a nuestra gente, los calificativos que me vienen a la cabeza son tranquilidad, ilusión, esperanza, alegría, diálogo, profundidad, conversión, apertura, confianza…

Cada seis años la militancia de la HOAC nos enfrentamos al reto de mirar la realidad a nuestro alrededor y observar los cambios que en ella se han producido; revisar lo que venimos haciendo para intentar cumplir con nuestra misión, con nuestros pocos aciertos y muchos fallos o incoherencias; y, apoyados en la confianza y la fe en nuestro buen Padre Dios, pedirle fuerzas para seguir adelante con nuestra tarea de poner nuestras vidas al servicio de la evangelización de nuestro querido mundo obrero y del trabajo.

Desde el 2009 a nuestros días muchas cosas han cambiado. En términos generales, la mayor parte de las gentes del mundo obrero viven peor, tienen peores condiciones de vida y trabajo y su desesperanza e incertidumbre por el futuro se han incrementado. Muchos más viven en situación de pobreza. También han aumentado los que viven en situación de precariedad.

Son tiempos muy difíciles para muchas personas y familias, también para nosotros que formamos parte de ellas. A la vez, y por ello, son tiempos que requieren una revisión profunda de nuestra manera de vivir y de actuar, también de cuán honda es nuestra fe, nuestra amistad con Dios, nuestro seguimiento de Cristo. Son tiempos que nos llaman y animan a redescubrir lo esencial y, desde ahí, ir alentando y construyendo, con otros, alternativas nuevas apoyadas en las necesidades vitales de las personas, en su identidad más profunda, lejos de las falsas necesidades y urgencias a cuya dictadura nos somete la sociedad en la que vivimos, permanentemente preocupada por fabricar individuos consumidores en lugar de construir personas para la vida.

Los materiales que las y los militantes estamos trabajando suponen para nosotros todo un reto puesto que, intentando ser fieles a nuestros mayores, pretenden continuar poniendo en marcha formas de ser, pensar y de actuar, formas concretas, que respondan a eso, ayudar a construir personas para la vida, y que, por tanto, nieguen en la práctica que en la vida social las cosas deben seguir siendo y haciéndose como hasta ahora. Porque deshumanizan.

Estamos llamados a animar y crear, donde haga falta, espacios de formación y de socialización, lugares donde sea posible el encuentro y la construcción de relaciones humanas, donde las personas puedan formar su conciencia, donde puedan encontrarse con gente a la que la fe en Jesús le ha cambiado la vida. Espacios e iniciativas que hagan visible que son posibles otras maneras de trabajar y de vivir, que están ya ahí fuera, que las iniciativas son muchas porque el Espíritu no deja de soplar por los cuatro costados. Espacios donde se pueda descubrir que vivir la fe, una fe encarnada, es posible y plausible, la mejor noticia, garantía de verdad. Espacios donde las personas se animen a intentarlo.

Estamos también convocados a animar y participar en todas aquellas acciones que supongan reivindicar la dignidad de la persona, especialmente en el trabajo, para lo que lo tienen y para los que no. Es de miopes pensar que el drama del desempleo puede solucionarse con más de lo mismo, con las recetas habituales: cobrar menos, precarizar más, facilitar más el despido… Lo único que eso garantiza, como venimos viendo, es la desigualdad creciente, la pobreza y la injusticia. Las cosas hay que hacerlas de otro modo, porque en ello nos jugamos la dignidad de las personas, el futuro como sociedad. Estamos por el trabajo decente y por los cambios que sean necesarios para que las personas y las familias puedan vivir con dignidad y contribuir a la sociedad con su trabajo. Nuestra fe nos ha marcado a fuego que el prójimo es hermano y que con los que primero hay que estar, afectiva y efectivamente, es con quienes peor lo están pasando.

En cómo lo vamos haciendo día a día nos jugamos nuestra fe y nuestra credibilidad como Iglesia. Por esta página vamos rezando ahora mismo las y los militantes de la HOAC.

Es para nosotros un orgullo y una bendición poder observar este proceso y seguir el rastro de Dios que va haciendo pacientemente su trabajo en las personas que formamos la HOAC y también en aquellas con las que vivimos, trabajamos, luchamos, compartimos, sufrimos, nos alegramos.

También está siendo muy sugerente el resultado de un ejercicio que nos propusimos a comienzo de curso. Cuando nos planteamos cómo ir construyendo la Asamblea General, vimos como necesidad abrirla a los no militantes, a aquellas personas y organizaciones con las que compartimos el día a día porque participamos en ellas o porque realizan su acción en los lugares y con las personas con las que trabajamos y vivimos. Así, decidimos preguntarles sobre la HOAC: cómo nos ven, cómo nos entienden, lo que valoran de nosotros y lo que echan en falta en lo que hacemos. Y abrimos un abanico amplio de personas y grupos a los que les solicitamos humildemente su opinión: obispos, organizaciones, movimientos y congregaciones de la Iglesia, sindicatos, partidos políticos, pensadores, teólogos… Y lo hicimos tanto a nivel general como en cada una de las diócesis en las que estamos. Nos pareció una buena manera de transparentar cómo queremos ser y lo que queremos potenciar: una organización abierta, capaz de dialogar y de acoger las alabanzas y también las críticas, de contemplar cómo nos ven o nos perciben para poder saber en qué medida estamos siendo lo que queremos ser. Está siendo un ejercicio bonito, interesante, en el que nos están agradeciendo especialmente, incluso desde la sorpresa, que les preguntemos, y que está dando lugar a diálogos profundos sobre puntos de encuentro y de debate y, en definitiva, sobre cómo ir avanzando para prestar un mejor servicio a las personas, cada uno desde su legítima opción y lugar.

Nos encaminamos hacia la fase final del proceso asambleario. En el momento de escribir estas líneas, las Asambleas Diocesanas se están celebrando, y los militantes en ellas están haciendo sus aportaciones a los documentos preparatorios. Mucho debate porque la construcción de la comunión requiere esfuerzo. Pronto recibiremos aquí esas aportaciones y empezaremos a preparar el Pleno de Representantes que ordenará finalmente los diálogos y el desarrollo de la Asamblea General.

Nos viene por delante mucho trabajo. Pero en todo caso será mucho menor que la ilusión y la esperanza por seguir haciendo camino, por seguir construyendo Iglesia en las periferias del mundo obrero.

Un abrazo y hasta mañana en el altar.

faldon portada y sumario

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