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Fundación Cardenal Spínola de Lucha contra el Paro

03 noviembre 2010 | Por

Fundación Cardenal Spínola de Lucha contra el Paro

Veinte años y dos crisis

Fundación Cardenal Spínola de Lucha contra el Paro, dependiente del Arzobispado de Sevilla, lleva 20 años financiando soluciones al desempleo mediante la concesión de microcréditos a proyectos de autoempleo. Creada ante el paro galopante de los años 90, la crisis actual les «pilla» trabajando.

«Estamos obsesionados con las cifras del paro que mensualmente se nos proporcionan por las instancias gubernamentales», reconoce Ricardo Díaz, coordinador de la Fundación canónica. No es para menos, los expertos alertan de que aunque la economía se recupere, las tasas de ocupación de la población no volverán a ser las que eran hasta mucho tiempo después. «¿Eso significa que vamos a “recrear” los puestos de trabajo perdidos en estos dos años?», se pregunta Díaz, consciente de que la labor de esta institución no es más que una gota, por más necesaria que sea, en medio del desierto.

La Fundación sevillana se financia a través de donativos puntuales, de las aportaciones periódicas de los colaboradores –en torno a 100 suscripciones– y de los reintegros de los préstamos concedidos a las personas atendidas y que han logrado poner en marcha el proyecto empresarial presentado. La XII Asamblea General de la HOAC decidió, como gesto solidario, colaborar con las actividades de la organización de lucha contra el paro con 2.000 euros que fueron entregados en octubre de 2009. A mediados de 2010 los ingresos de la entidad rondaban los 33.000 euros, mientras que los gastos se acercaban a los 40.000.

Tras el estallido de una crisis que por razones electorales no se quería reconocer, a finales de 2008, la entidad solidaria vivía cierta «incertidumbre». A la espera de que las donaciones institucionales hicieran efectivas sus aportaciones, las suscripciones se redujeron, debido al fallecimiento de algunos cooperantes. Sin embargo, la tesorería se recuperó muy pronto, según explica Díaz, porque «en tiempos difíciles la gente está más sensibilizada y acude prontamente a ayudar donde sea».

Paradójicamente y en contra de lo que cabía esperar, las demandas llegadas a la Fundación no registraron un aumento considerable. Algo que el presidente atribuye a que «la consideración de la situación económica como una mera “crisis” quizá hizo pensar que todo esto sería pasajero», aunque también al hecho que nos hayamos acostumbrado a que «otros nos saquen las castañas del fuego».

Además, el entorno económico no es el más propicio para crear nuevos proyectos empresariales, por más que los que financia la institución diocesana nazcan de la necesidad de crear empleos para los propios parados reconvertidos en emprendedores. Por eso, la treintena de voluntarios y la colaboradora asalariada que trabajan en la Fundación se han propuesto estudiar más concienzudamente –asesorados por Seniors Españoles para la Cooperación Técnica (SECOT)– la viabilidad de los proyectos, no aceptar sin más aquellos que rechazan los bancos e intentar que las ayudas sean devueltas en cuatro o cinco años.

La devolución de los microcréditos sigue a un ritmo muy lento, aunque siempre hay, reconoce Díaz, ejemplos «edificantes» de gente que con el paso del tiempo se convierten en colaboradores económicos.

A.L., de 29 años y natural de Senegal, solicitó colaboración para un proyecto de arreglo y cuidado de jardines. Al quedarse parado, pensó que como se le daba bien la cuestión de jardinería podía dedicarse a ella. Pidió lo imprescindible: tijeras, podaderas, cables, etc., por el importe de 75,55 euros. La Fundación, además, le aconsejó que incluyera unas botas de seguridad y una motosierra. El total del proyecto aprobado fue de 255,40 euros. Pasados cuatro meses, devolvió 150 euros. En verano había trabajado en un chiringuito, sin dejar de lado la jardinería –repartía pequeña fotocopias de su teléfono ofreciéndose, y algunas personas le habían prometido trabajo–.

La fundación –que también imparte cursos de Catenaria y Chapa-Pintura a desempleados a través de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia (SAFA) y Formación de Auxiliares de Ayuda a Domicilio, En colaboración con Garelli y cofinanciados por la Fundación Yanduri– no se limita al seguimiento mecánico de atención a cuantos desempleados se acercan y que reciben adiestramiento básico en técnicas de búsqueda de empleo. También realiza una incesante búsqueda de opiniones y criterios relacionados con el ámbito laboral y se afana en difundir mediante hojas informativas, la Doctrina Social de la Iglesia.

«Nos sentimos Iglesia y esta es la aportación de una treintena de voluntarios durante todo el año y de colaboradores puntuales que, con su experiencia, nos sitúan cada curso en las perspectivas más recientes del mundo del trabajo», declara Díaz. En su opinión, «volver a la situación anterior por el mismo camino por el que nos hemos perdido, no nos parece una solución. Habrá que inventarse cosas y ponerlas en marcha por los que tengan autoridad y poder para impulsarlas».

«El orden económico internacional es evidentemente injusto; propicia la explotación de los más débiles de forma continuada y progresiva, pero mientras llegamos a una solución de carácter global, por la que hay que luchar permanentemente. A cada uno de nosotros corresponde comprometernos con ayudar a solucionar el problema del paro. Aunque nos parezcan acciones modestas», reflexiona el coordinador de la Fundación Cardenal Spínola.

Este antiguo funcionario provincial apuesta por que «mientras llegamos a una solución global, empecemos con la lista de cosas a inventar» y lo que se le ocurre es «cuidar el medio: nuestro bloque, nuestra calle, nuestro barrio; cuántas personas se necesitan para adecuar “nuestro medio” tal como nos gustaría disfrutarlo? ¿Cuánto nos costaría a cada uno?; nuestros vecinos, ¿cuántas necesidades tienen? ¿quién los atiende? Y así en adelante, se pueden ir inventando tareas, se generan puestos de trabajo, se invierte en solidaridad».

Por lo pronto, Ricardo Díaz, sigue en la primera línea del combate contra el paro, sabedor de que «no vamos a solucionar el problema del desempleo», pero «aunque sólo se financiera un proyecto al año, ya tendría razón de ser la Fundación». Con ese espíritu colabora y procura llegar allí donde la solidaridad con las víctimas de la economía reclaman justicia.

(Páginas 33-34 de Noticias Obreras 1515, del 1 al 15 de Noviembre de 2010)

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